Amiga mía:Te escribo esta carta porque los hados así lo han decidido... A veces su forma de actuar, aunque me incomode, quizás tenga su razón de ser.
Escribí un largo comentario en tu cuaderno sobre tu nota "¡Qué poquito te prodigas...!", y pese a que, por haberme pasado en más de una ocasión, suelo tomar mis precauciones, no lo hice esta vez y mi texto andará por ahí vagando en la nada o simplemente habrá desaparecido.
Ésa es tal vez, la jugada que me han gastado los hados para traerme aquí y escribirte donde a buen seguro, también vendrás.
Te escribo porque siento profundamente la necesidad de hacerlo. Cuando comencé a dejar testimonio de mis inquietudes, a desnudar mi alma en estas páginas, jamás pensé que un día sentiría el impulso de escribir a alguien más que a mí mismo.
La vida está llena de tremendas dificultades porque los seres vivos nos empecinamos en que así sea. Hemos cambiado palabras en nuestro léxico para acomodarnos a unos tiempos en que lo espiritual, lo bello, se ha transformado. Así empleamos "tolerancia" en lugar de "respeto". Y no es lo mismo, amiga mía, no es igual.
Aquellos que como tú, "se dan cuenta" (me encanta ese término que utiliza Bucay con un acierto encomiable), de cómo la sociedad se transforma en egoísta, agresiva, maleducada..., sienten la necesidad de evacuar una visión absolutamente distinta, profunda, hermosa... Y saben cual es la diferencia entre tolerancia y respeto.
El anonimato que nos proporciona este medio, es una herramienta que mientras muchos la emplean para fines menos nobles, otros hacen jirones de su alma y los dejan grabados en páginas llenas de poesía para solaz de muchos otros.
Cuando camino con mis perros en la soledad de los amaneceres, mi mente navega entre recuerdos y proyectos. Al llegar a casa, a veces, sólo a veces, siento el irrefrenable deseo de contarlos. Y de esos recuerdos emana claramente mi vinculación con la escritura, ese hermoso arte que nos permite comunicar nuestros sentimientos con mayor acierto que la palabra. Porque es más reposada, más calmada, menos precipitada, más interior... Tentaciones he tenido en el pasado, cuando este medio no existía, de escribirme mis propias cartas, franquearlas y recibirlas con el alborozo que produce tener noticias de alguien a quien queremos. ¿Y a quién queremos más que a nosotros mismos? Todo para tener, "de otra parte", una visión de la vida y de los vivos, más próxima a mí mismo. Nunca lo hice.
En noviembre de 2005 en que comencé esta andadura, sin más pretensión que la de perpetuarme, de ir a mis páginas y leer aleatoriamente mis cosas, sin importarme si alguien más lo había hecho, sin saber durante meses lo que era un comentario; fue como llevar a cabo aquel proyecto de escribirme mis propias cartas.
Y los hados me llevaron un día a otra casa y te conocí. Y te leí. Y me sentí próximo a ti.
Y ya desde entonces, el peregrinaje por tu casa y por otras, ha sido constante.
Y he sentido la caricia suave de quien escribe con el alma.
Y me he sentido más cerca.
Hoy, a través del tiempo, todo se ha transformado en sincero afecto, en cariño.
Es por ello que estoy aquí, para pedirte una vez más que no abandones, que te prodigues más o menos, pero que no abandones. Porque aquello que haces te aporta bienestar interior y también, si lo compartes con los demás, a nosotros.
Lo sabemos. No hay muchos motivos para ser felices... Los niños son malcriados, maleducados por unos padres que pretendiendo ser más progresistas que nadie (aquí da la impresión de que todo el mundo hizo una revolución, corrió delante de los grises, etc. etc. y el dictador se murió de viejo), se han ocupado únicamente de tratar de alcanzar puestos de relevancia política o económica sin mirar hacia el futuro, hacia este planeta tierra cada vez más hostigado por los desmanes de quienes prefieren pagar multas a evitar vertidos. A unos políticos que lo permiten porque lo inmediato es cubrir los tremendos déficits que tienen sus administraciones. Y así fue que España, este país nuestro, es el destino de fiestas abominables que por cuatro euros se ofrecen a seres que deberían quedar "clausurados" en sus países de origen. Es el primero en empleo precario, en incultura, etc. etc. El futuro se vislumbra descorazonador.
Y porque lo sabemos, personas con tu sensiblidad, con la belleza de tus sentimientos, no pueden dejar de compartir su prosa, aunque sea contigo misma.
Yo seguiré el rumbo elegido, dejar éstas y otras notas para quien desee leerlas. Cuando nazcan de mi interior, cuando la falta de aire las haga salir afuera.
Y lo he hecho con tinta violeta, como antiguamente, como cuando la gente se quitaba el sombrero para saludar, como cuando para hacer cualquier cosa antes se preguntaba si molestaba, como cuando había "maneras".
Con mi sincero afecto y admiración.
Y hoy, no es necesario
Que quede entre nosotros