lunes, 26 de marzo de 2012

Enamorado

Entro en un grupo que conocí recientemente, un amigo y yo comenzamos una competición musical y se añaden otras personas, entre ellas, ELLA.

Comienzo a sentir que hay una corriente diferente, que la sensibilidad es un credo mutuo, próximo. Me aproximo más y se crea un clima cálido, acogedor, ignorado y conocido, extraño y común. Y más tarde escuchamos nuestras voces hasta cortarse la comunicación, hasta dejar exhaustos los teléfonos. Ya deseo conocerla de piel, de olor, de miradas... Quizás el roce de sus manos que adivino hermosas.

Está mediado el mes de febrero ¡bendito febrero!

Y el veintiuno, por la tarde, a las cinco, nuestra primera cita. Esa en que todo puede volar por los aires, como ya pasó alguna vez, me aferra más a ella. Es más cálida aún y el brillo de sus ojos causa vértigo.

Exploramos la geografía del lugar porque donde habíamos quedado aún no está abierto. Nos detenemos en una cafetería que ya no olvidaremos (Cafés Caliente). Y allí, enzarzados en descubrirnos el uno al otro y viceversa, siento el arrebato de robarle un beso. Y lo hago.

Después nos trasladamos al sitio original, al de la cita. Y ya todo es diferente en mí, y lo siento como un vendaval corriendo por mis venas. Hay complicidad, confidencialidad, ternura... Y reímos, y hablamos, y volvemos a reír. Y quiero otra cita, más proximidad, tener la oportunidad de mostrarle más cómo va creciendo como una enredadera en mi interior.

Ella tiene ensayo. La acompaño. Ese paseo ya es inolvidable, está cogido al corcho de mi memoria con una gran chincheta que lo sostiene en primer plano. Nacen los besos como manantiales ávidos de llegar al gran río. Quedamos para ir juntos a la tertulia al día siguiente.


Desde entonces forma parte inseparable de mis sentimientos, de mis pensamientos, de mis pulsos. Mi goleta la gobiernan dos pares de manos. Bajo mi toldilla no reposan solos mis pensamientos, que ya son tan míos como suyos.


Hace más de un mes que nos amamos, que compartimos cuanto somos. Ya no más dos, sino en el respeto a la libertad de cada uno, uno solo.


Y tenía que venir a decirlo, a dejar que el viento de levante lo envuelva en el velamen de esta goleta que tanto tiempo navegó en solitario. Ya no soy yo, sino YO ENAMORADO.


Shhhhhhhh


Que quede entre nosotros