viernes, 27 de enero de 2006

A mi hermana

La he visto llevársela
agotando su energía,
bebiéndose su vida.
Oyes su voz, ves su mirada,
notas sus manos apretándote
y de repente... nada.
Aprecias que su voz
su torna en balbuceos,
ves como se abandona
porque sus fuerzas, a su pesar,

han llegado a agotarla.
Y la muerte, disfrazada
de cáncer implacable,
absorbe toda su energía.
Sientes ese dolor previo al dolor
cuando ves que se pierde su mirada,
que su voz es sólo esfuerzo
por ser palabra inteligible.
Ya no recuerdas su risa,
ni su fuerza, ni su voluntad;
todo lo llena ese dolor
que invade hasta el último rincón.
Porque la muerte, antes de llevarnos,
en su crueldad sin fin, nos humilla,
reduciéndonos a una caricatura
de lo que nunca fuimos...

6-julio-2005. A mi hermana
Que quede entre nosotros

miércoles, 25 de enero de 2006

¡Ay, estos sentimientos encontrados!

¡Qué maremágnum en mi interior! Amar, odiar, soñar, estar... Aunque hoy son las caricias las que cobran especial importancia en mi cuaderno. Ésas que regalé y que me regalaron. Ésas que me hicieron más humano y más tierno. El domingo, mientras veía "I am Sam" y me regocijaba con su banda sonora (todo Beatles sin Beatles), iba y venía en mi andadura vital. Mis amigos de la infancia los de ahora y los de siempre, mis primeros escarceos amorosos, mi primera mujer, mi primera hija... Todo eso invadido por unas canciones y un argumento quizás sensiblero aunque también desenmascarador. Eso son los yankees, cosas así. Capaces de llevar su sentido de la justicia más allá de lo pura y razonablemente justo y humano, en su absurda persecución de una perfección que sólo vive en ellos.
Y recordaba que mientras son capaces de hacer esas películas y dejar que yo me meza entre presente y pasado, disfrutando de miles de caricias; estúpidos energúmenos como Arnold, no son capaces de demostrar un ápice de piedad. Yo prometo que no veré ni una sola de sus películas, por cabrón. The Beatles despiertan en mí todo aquello que nunca está muerto, sino aletargado. Siempre fue así. Me recuerdan mis primeros viajes, mis primeras noches mirando las estrellas y escuchándolos en un Philips a pilas prestado, en medio del campo. Y luego, más tarde, mi hija recogió el testigo. Y nació cuando ya no existían como grupo, pero los adora.
Por eso, la ternura, la que inspiran sus canciones o la mirada de un perro, o ese gesto en la fotografía, Aida y la Traviata, la desgarradora voz de Springsteen, la serena normalidad de Alda, el olor de la lluvia, el mundo moviéndose a lo lejos desde mi ventana, las caricias entregadas y las recogidas, el calor de una boca que se abre a nuestros besos..., hace que sea mejor. Y crea que aunque sintiéndome avergonzado, merece la pena seguir viviendo.
Que quede entre nosotros

lunes, 16 de enero de 2006

¿Por qué nací aquí?

No lo sé, no tengo respuestas, pero es tanta la vergüenza que siento, que me lo pregunto cada vez con más insistencia.
Un país de gente sucia y despreciable. Un país de políticos de ambiciones desmedidas y corrupción soez. Un país de mentiras y trepas.
La gente ensucia deliberadamente. La gente te agrede deliberadamente. Suciedad, violencia...
Una sociedad requiere normas para desarrollarse sana y fuerte. Aquí las normas están precisamente para lo opuesto, para contravenirlas. Y no hablo de la Ley Antitabaco que es el signo más inequívoco de que nuestros políticos son la negación del razonamiento. Sé que ya hay denuncias, que habrá más... ¿Dónde andan nuestros insignes dirigentes a la hora de controlar otros aspectos de la vida cotidiana? Que nadie se distraiga hablando por el móvil mientras conduce y me ponga a mí en peligro y a mis seres queridos. Que nadie, haciendo uso de su cargo, someta a los administrados a sus caprichos y arbitrios... Médicos que no aparecen, enfermeras que "huyen" de sus responsabilidades, policías que se escaquean esgrimiendo que los jueces dejan en libertad a quienes ellos (con pruebas rudimentarias e inútiles), han detenido. Politicastros que exigen a gobiernos centrales que paguen la factura médica de los desplazados en vaciones sin ofrecer ni un céntimo de lo que esos mismos desplazados se dejan en las arcas comunitarias. Dirigentes nacionales que se olvidan de TODOS sus compromisos electorales y ya no se acercan más al pueblo sino a sus acólitos. Oposiciones que, llenas de un odio frustrante, descalifican zafiamente cualquier acción de sus oponentes. Regiones donde alianzas por el poder, convierten a patéticos personajillos con cuatro votos, en el eje de la crispación nacional. Pero todo sea por el poder, por el poder, por el poder...
Y yo, no hago boicot a esas regiones porque no creo que sus ciudadanos ni su industria estén representados por ese enano y su puñado de votos, que si me apuran, habría que sondear ahora.
Un país de empresarios que no siente vergüenza de ver las estadísticas que nos sitúan casi en el culo de esta extraña alianza, en cuanto a producción, inversiones en I+D, etc., pero que nos ponen a la cabeza en empleo precario, en falta de cultura, en violencia de cualquier tipo, etc. etc.
He pensado toda mi vida que esto cambiaría alguna vez, pero mientras existan revanchistas que gobiernan un país por sentimientos partidistas, que apoyan de diferente modo a los ciudadanos que lo conforman; empresarios que piensan sólo en enriquecerse sea cual sea el precio; y ciudadanos de tercera o cuarta, que contravienen leyes que ponen en peligro a los demás o deterioran el medio ambiente hasta puntos en que uno no sabe qué verán sus nietos aparte de basuras y suciedad; eso no será posible.
Me moriré sintiendo esta vergüenza. De haber nacido aquí.

Que quede entre nosotros

jueves, 5 de enero de 2006

A veces me pregunto qué soy yo

A veces me pregunto qué soy yo. Y la respuesta deambula por mi mente como un carrusel sin término. Porque al final ¡soy tantas cosas! Soy lo que he sido y lo que no he llegado a ser. Soy lo que construí y lo que he destruido. Soy obra creciente y huracán que destruye. Y de tanto ser, apenas soy nada. Nada que no sean mis afectos, mi ternura y mis sentimientos. Nada que no sean mi cólera y mi ira. Apenas nada. Un homo sapiens que camina hacia dejar de caminar. Que apenas comprende que el objetivo último, la última batalla, será perdida. Apenas un pájaro, posado en una silla... ¡Qué estupidez de seres! ¡Qué estúpido soy! Porque no soy nada. Un ser que anda, piensa, come, siente y proyecta sentimientos tan dispares como amor y cólera. O quizás tan parejos. Y soy lo que otros quieren ver en mí, sin que yo haga nada para ser eso que ven, o haciéndolo. Porque yo también veo a la gente y la creo como me imagino o como me muestran. Nadie conocemos a nadie mejor que a nosotros mismos, y no nos conocemos. Estoy lleno de contradicciones e inmerso en ellas, investido de ellas, me autodestruyo entre el soy y el no soy. Y un día seré carne inerte, y después polvo... Y mis cenizas se esparcirán por la tierra que tanto amé. Y sólo seré tierra. Y quedará algún recuerdo en alguien que sufrirá después la misma metamorfosis, y después seré tierra o menos que tierra... Y ya nadie sabrá si fui. Y será entonces cuando ya no existiré nunca más y sólo seré tierra roja y anónima. Sólo tierra.
Que quede entre nosotros

lunes, 2 de enero de 2006

Los palurdos del dedo

Sucede en los centros públicos, oficiales y privados (hospitales, administración, centros comerciales). Uno ha decidido tomar el ascensor porque le jode que los palurdos se extiendan literalmente por las escaleras mecánicas sin dejar pasar a nadie. Por evitar el "por favor", "¿me deja?", "¿permite?" y soportar encima las malas caras... ¡Qué lejos de los europeos en cosas tan importantes como la educación!
Bueno, decía, que uno decide tomar el ascensor y cuando se halla esperándolo con el botón pulsado en la dirección en que uno va, llegan en tropel los palurdos y las palurdas. Como la educación es algo que no reconocen ni de nombre, sin encomendarse a nada, comienzan, dedo en ristre, a pulsar todos los botones en ambas direcciones. Y yo me pregunto ¿irán a bajar y subir a la vez? ¿tendrán la facultad de dividir su organismo y mandar una parte en una dirección y la otra en la contraria? Y no, luego van en la misma que yo, porque cuando suben en el primero que llega aunque tengan que presionar para entrar, los veo regresar mientras espero.
¿Qué puede hacerse con gente así? ¿Dónde están sus modales? ¿Saben qué son los modales?
Y si coincide que, pese a pulsar ambos sentidos, llega primero el que coincide con mi dirección, ellos suben y haciendo nuevamente alarde de su educación, pulsan el 3, el 4, el 5... Claro que igual van a todos... Y los ascensores, en general, se eternizan, precisan de mayor mantenimiento y cabrean, por culpa de los palurdos del dedo.
Que quede entre nosotros

domingo, 1 de enero de 2006

Adiós canalla 2005

Mientras caminaba con mis perros esta mañana, solos ellos y yo, sin nadie alrededor, ni coches que circularan, con un silencio impresionante; iba rememorando el catastrofismo del pasado año. Yo sé que éste no va a ser un año brillante si me siento y dejo que lo haga él todo, siempre ha sido así. Aunque al menos, éste recién estrenado, no me quitará madre ni hermana. Ni llenará de silencio oquedades que hicieron soñar mi cuerpo y mi mente.
La ciudad al fondo, quieta y dormida. Testigo mudo de la vorágine de una noche que apenas habrá terminado para algunos. Yo sigo prefiriendo esto. Este aire en la cara, fresco y limpio. Este silencio que no ahoga pensamientos. Esta soledad tan amada.
El primer reto que me planteo es perder 10 kilos en 2 meses. Sé que puedo hacerlo, como puedo hacer cualquier cosa. Es decir, volver al peso que tenía antes de dejar de fumar. Nada extraordinario. El segundo y quizás el más importante, no dejar que los acontecimientos me superen. Hacerles frente como hace tiempo, cuando nada me arredraba.
A dos meses cortos de mi próximo cumpleaños, tomo conciencia de que estoy en la otra parte de la montaña, que ascendí a la cima y ahora estoy comenzando a descender. Tengo que asegurar cada pie antes de proyectar el siguiente paso, con firmeza, con tenacidad. Con la conciencia de que lo que me está pasando es sencillamente eso, que estoy iniciando el descenso.
Sólo pido SALUD. Con ella, disfrutando de ella, cualquier cosa es posible. Y cuando llegue a la meta, que sea rápido y sin humillaciones. Sé que el dolor hoy se mitiga desde esas unidades que llaman del dolor, pero no la humillación, no la desnudez inerte, no las involuntarias micciones ni las heces... No ese gesto perdido ni esa palabra huida. Ese estado en que todos pretenden arrancarte una frase o una sonrisa, cuando ambas están muertas antes que uno mismo.
Voy a hacer que el 2006 sea diferente. Palabra.
¡Adiós, canalla 2005! ¡Bienvenido prometedor 2006!
Ah...
Que quede entre nosotros