jueves, 23 de marzo de 2006

Matanzas de perros en Chelva

En el diario Las Provincias de Valencia, los días 21 y 22 de marzo se han publicado sendas noticias en el apartado Sociedad, en las que se habla de la existencia de una "jauría de perros salvajes" (sic.), de la reunión del Alcalde de Chelva con el Director de Territorio de la Generalitat y de las facultades que este último concede al primero y a su vez evacúa en los cazadores del término para que eliminen a tiros a los perros.
En primer lugar causa estupor cómo la gente con ciertos poderes, se abroga la decisión de matar. Son animales domésticos a los que el hambre a que los ha llevado el abandono por parte de sus dueños, los ha unido en una manada (la unión hace la fuerza) y atacan a rebaños para comer. No sería más lícito pedir a un perro que no mate más que lo que va a comerse, que hacer la misma petición a un Alcalde del PP y a un Director de Territorio del mismo signo.
Supongo que con medios y con esfuerzo, pueden capturarse, buscarles refugio y demostrar que tenemos entrañas como ellos.
Me planteo desde estas líneas una cruzada personal contre este atentado a la vida. Me he puesto en contacto con el SEPRONA, con el departamento de sugerencias de la Guardia Civil, con el diario Las Provincias y, telefónicamente, con el Ayuntamiento de Chelva.
Resultado de la conversación llevada a cabo a las 8:45 de hoy. Hago este matiz para que se sepa quién ha sido el policía local que me ha atendido. Al responder al teléfono "Ayuntamiento de Chelva", pregunto si se han comenzado las actividades de cacería de los perros. Me pide un instante y me pasa con la policía local. Tengo que decir que conozco el pueblo, que conozco el Ayuntamiento (pequeño) y que no debe ser difícil localizar a tan gracioso servidor. Al responder "Policía Local", vuelvo a mi pregunta inicial y este policía me dice que no sabe nada, pero que si quiero, puedo ir a capturarlos yo mismo... ¿Es o no es gracioso el servidor público? A mi requerimiento de hablar con el Alcalde, éste no está.
He dejado una nota en la página de la Generalitat Valenciana en su Consellería de Territori.
Voy a visitar foros para tratar de sensibilizar a la gente.
Haré cuanto esté en mi mano para evitar la muerte de esos perros. Miro a los míos y pienso qué sería de ellos si yo los abandonara.
Por favor, nunca os lo he pedido: Ayudadme.
Y por una sola vez, que ese "nosotros" abarque al mayor espacio humano posible.
Que quede entre nosotros

martes, 21 de marzo de 2006

Huele a verano

Es apenas primavera, recién estrenada. Y quizás este resfriado que no sé cómo ha venido a mí, hace que sueñe con el verano de otros años. Cuando era adolescente. Porque no olvidaré jamás los contactos de aquellos años, cuando fundido en abrazos con chicas a las que en aquel momento amaba, sus cuerpos olían a verano. ¿Cómo describirlo? Es un aroma el que emana de la piel limpia aunque víctima del calor, difícil de definir. Queda en el interior y no se olvida jamás. Aquellas chicas tenían su propio aroma y aunque usaran perfume, su olor era lo que primaba, lo que sobresalía. Me gusta recordarlo porque es algo que sigo sintiendo aunque ahora la oportunidad de abrazarme a un cuerpo de mujer sea prácticamente una utopía. No me quejo. Aunque me guste recordarlo en este instante.
Eran sus olores una alquimia de matices que se desbordaba con la excitación y los jadeos. Todo se mezclaba, el aliento, el sudor, los fluidos... Y más que ninguna otra cosa, aquél era el recuerdo que se quedaba dentro de mí. Y hoy, apenas primavera y posiblemente invierno en mi cuerpo, he dado en recordarlo.
Que quede entre nosotros

lunes, 20 de marzo de 2006

Gestas actuales

Vas en el metro y ellas van leyendo, no todas, claro. Pero son ellas las que leen. Ellos con la electrónica: mp3, videojuegos, móvil... Si acaso, un balón en las manos y la mirada perdida.
Está claro qué esperan de la vida, está claro qué le piden a la vida, está claro qué están dispuestos a dar por la vida.
Si buscamos culpables, vayamos raudos al espejo y miremos qué nos encontramos frente a frente. Modernos cual ningún país europeo, pese a que ellos nos hayan llevado siempre un cuarto de siglo de adelanto, en cuanto sonaron los primeros acordes de "El dictador se ha muerto", comprendimos que teníamos un caudal sin explorar, sin explotar... Y sin más conocimiento, ni más formación, nos pusimos a ello.
País de frustraciones. ¿Alguien ha entendido que se murió?
De repente había que llamar al orden a los funcionarios (y los había tan buenos como ahora, entonces y ahora tan escasos). Reclamar en nombre de no sé qué, los derechos reprimidos, la libertad arrebatada... ¡Payasos! No conquistamos ninguna libertad, nos dieron la que tenemos (ahora más reducida). Pensar es lo que nos hace libres. Leer, conocer, saber..., nos hace libres.
Y fuimos a las escuelas y les dijimos a los profesores: "¡ojito con tocar a mi niño!" Y les arrebatamos la autoridad. Ahora, después de algunos lustros, recuperar el tono implicará una dura batalla y fuertes medidas disciplinarias. Pero es que si no lo hacemos, mirad bien el horizonte y decidme ¿qué van a hacer estos piltrafillas? Ignorantes como los yankees pero en pobre, palurdos como los yankees pero en pobre, violentos como los yankees afortunadamente en pobre... No todos los yankees son iguales, afortunadamente.
Las gestas por las que fuimos conocidos a lo largo y ancho del mundo, quedan reducidas ahora a unos patéticos versos lanzados al aire por gargantas que no conocen cantos de libertad, que no han temblado al cantar una estrofa en un ambiente de tensión y amenaza... Ahora pretenden que se les conozca a nivel mundial con esos versos a los que aludía: "España entera está de borrachera"... Edificante, aleccionador, TERRIBLE...
¡Ah!, además es mentira. Yo también soy España y no participo de vuestras abominables gestas.
Shhh
Que quede entre nosotros

miércoles, 15 de marzo de 2006

Villanos

Anoche veía un programa en TV en que entrevistaban a Miki Molina. Dentro de su discurso a veces poco inteligible o coherente (esa forma de hablar en la que sabes que un pequeño paso mal dado es excesivamente peligroso, esa forma de hablar con que el miedo que te ha obsequiado en forma de precaución), dijo algo que me recordó otros tiempos en mi vida. Se entremezclaron de pronto dos programas de TV, el que estaba viendo y Camera Café. Éste último me encanta porque, entre risas, pone de relieve lo que es este puto país. El que puede se escaquea, el que puede no da un palo al agua, el que puede medra sin piedad para las cabezas que aplasta en su rastrera ascensión. Y ambos, un fiel reflejo de esa emboscada artera y vil que urdieron contra mí. Torticeras mentes que me habían rendido una pleitesía que nunca quise y que ignoraba. Crecí porque mis superiores reconocieron mi trabajo y mi profesionalidad. Cuando lo hicieron siempre dije (y lo dije con conciencia profesional), "¿y si te equivocas?, mira que hay gente muy buena, más antigua que yo..." Nunca escatimé esfuerzos, nunca rechacé un reto, jamás me di por vencido cuando un problema me plantaba cara. Y tuve palabras de aliento para aquellos compañeros/empleados que supieron colaborar con el proyecto, que los hubo. Y me reconozco en Gregorio Antúnez, incluso en Victoria, cuando llama a algunos de esos "inútiles profesionales": Basura. Gentuza. (En clave de humor cuántas cosas pueden decirse y cómo puede dibujarse el perfil de un país).
Durante meses recordaba "La habitación número doce" y cómo es posible destruir a una persona. Me decía a mí mismo: Tienes que luchar, no puedes abandonar ahora. Y no hice lo que cualquiera de aquellos necios hubiera hecho con menos: darme de baja por depresión. Aguanté hasta el final. Aguanté hasta que se reconoció por escrito que no se podía dar marcha atrás y que no se cuestionaba en ningún momento mi valía profesional (que ahí estaban las cifras). Y el premio que obtuve fue alejarme de aquella chusma de soplagaitas, acercarme más aún a los que no estaban en la banda y reconocer las manos que se abrían francas de lugares donde no las esperaba.
La vida quiso ponerme una prueba más y la superé con tesón y esfuerzo, o viceversa.
Desde entonces soy una persona feliz y plena, que mira hacia atrás y ve una trayectoria profesional impecable, sin avergonzarme absolutamente de nada y disfrutando de la vida, en unos momentos, que aunque soñaba, jamás creí que pudiera alcanzar.
Gracias a vosotros, villanos, inútiles personajillos que ocultáis vuestras mezquinas intenciones en el baboseo y vuestra ineptitud en el arte del escaqueo. Gracias a vosotros, vivo la vida que nunca soñé.
Mientras vosotros arrastráis vuestras ineficacias, vuestras miserias, yo me baño al sol de mis paseos en scooter, en mis largas caminatas con mis perros. Dedico horas a esta afición que nunca manará en vosotros porque sois pequeños y mezquinos. Y desde lo más profundo de mi corazón os compadezco porque vuestra vida será lo que vosotros, simplemente medianía.
Que quede entre nosotros

García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez, en sus pinceles.



¿No os lo había dicho? Además de dejarme esa sensación de plenitud cada vez que nos reunimos a comer, cada miércoles, él es artista. Hoy voy a dejaros una muestra de lo que está haciendo. La portada de su último libro como diseñador gráfico y la que viene en segundo lugar... Las otras están en ciernes. ¿No es cierto que los poetas a quienes dibuja sus poemas, se sentirían también felices? Que quede entre nosotros

miércoles, 8 de marzo de 2006

Vengo impregnado de él

¡Oh, Dios, que nunca dejen de existir los miércoles!
Como otro cualquiera aunque tan diferente de otro cualquiera. Él es mi hermano y no es mi hermano. Lo es elegido aunque por nuestras venas no corra la misma sangre. Y cada miércoles: milagro. Ese rincón familiar, de trato familiar, de ambiente familiar... Y nosotros. Y nuestra fotografía para reivindicar que estuvimos allí un miércoles más.
Y hablamos casi sin necesidad de hablar. Porque cada palabra suya es como si la pronunciara yo y viceversa (siempre recuerdo a Mario cuando empleo este término). Aunque es necesario hablar, comunicarnos, decirnos tantas cosas de miércoles a miércoles... Y al final traigo esa sensación de contagio, de permeabilidad, de complicidad, de confidencialidad..., tan enriquecedora, tan gratificante... Que nunca quisiera desprenderme de ella.
Esos diecisiete años que nos separan nunca fueron barrera y cada día menos. Son muchos más los que nos conocemos. Es sentir idéntico. No hay que inventar, no hay que idear, no hay que fantasear... Todo es tan auténtico como cada uno de nosotros interiormente. Algunas veces se callan cosas más por falta de tiempo, por atropellarnos en el uso de la palabra, que por deliberación. Y en lugar de crear crispación o negatividad, nos sentimos regalados de conocerlo días más tarde, meses más tarde, años más tarde. Nunca ocurre con nadie más.
A veces pienso que jamás me planteé tener hermanos, que simplemente los tuve porque mis padres dieron en tener más hijos que yo. Pero sin demérito de los que mis padres hicieron míos, hoy no me plantearía vivir sin él, sin mi otro hermano, sin mi otra mitad. Yo sería incompleto, o simplemente nada.
Por eso quiero expresar hoy esta sensación nunca manifiesta: ¡vengo impregnado de él!
Shhhh
Que quede entre nosotros

lunes, 6 de marzo de 2006

Pensamientos al aire

La vida y la muerte,
la muerte y la vida...
¿Qué tiene esta etapa,
este tránsito siempre doloroso,
que tanto engancha?
Cuando todo es oscuro
de cuanto nos rodea,
aún nos queda un hálito.
Para seguir aferrados
a esta vida, pérfido
vehículo hacia la muerte.
Siempre juntas, enamoradas.
La una de la otra y viceversa.
Condenadas a entenderse.

4 de marzo de 2005

Que quede entre nosotros

jueves, 2 de marzo de 2006

Me parte el corazón

Este enconamiento, esta lucha a la que pretenden conducirnos los sin alma (¿se les llamaría "desalmados" a aquellos a quienes entregamos nuestra confianza y luego hacen caso omiso a lo que prometían cuando se les otorgó?), me entristece.

Por eso hay veces que me entrego a la lectura, a la escritura o a la contemplación e ignoro deliberadamente lo que sucede en el mundo. Mi derecho a ser feliz es inalienable.

No viví la ya lejana Gerra Civil. Mejor que mejor. Y aunque no recuerdo exactamente en qué momento me lo publicaron (hoy ando a pesar de la temprana hora en devaneos con la vagancia), sí sé que dije que la única desgracia de este país nuestro (bueno, o lo que sea), son nuestros gobernantes. Espero que seamos tan prudentes, tan inteligentes y tan libres, que ningún estúpido y sus errores, ni ningún otro estúpido y los suyos, nos conduzcan a situaciones de enfrentamiento indisolubles. No he vivido ningún momento en que los estúpidos de un lado (recordemos que cada vez más claro han reconducido esto a un bipartidismo), compitan en arrogancia e insultos y descalificaciones con los estúpidos del otro; siempre hablando de políticos, claro. Juegan con nuestra buena fe, con nuestros sentimientos. Y los utilizan para arrojárnoslos a la cara envenenados con sus discursos interesadamente partidistas. Los que lo tienen (el sillón), no quieren dejarlo, pese al calvario que les supone ¡pobrecillos, cómo se sacrifican por nosotros! Y los que no lo tienen (el sillón), ansían tenerlo. Joder, qué tendrá el poder.

Seamos más inteligentes que ellos. Dediquémosnos a evitar que nos impidan sonreír al vecino que cruza con nosotros y le dirijamos un alegre ¡buenos días! Porque esos mostrencos, que son capaces de ponerse a caldo con cualquier excusa, siempre están de acuerdo a la hora de elevar la inflación si el motivo es subirse sus sueldos.

Fijaos bien que nunca se le ha dado más por atrás al trabajador que en tiempos del "socialismo patrio" actual. En un país donde el tejido empresarial, salvando honrosas excepciones, es cualquier cosa menos empresarial, no se pueden entregar patentes de corso y que seamos el país de Europa donde más precariedad existe en el empleo, de los primeros en incultura, donde más beneficios sociales nos han arrebatado, de los más inseguros, etc. etc. Porque todo eso, amigos míos, sólo les favorece a ellos. A quienes, después de un voto, alcanzan posiciones de bienestar que, paradójicamente no habrían obtenido de otro modo.

Pero aunque todo eso, de alguna forma, me parta el corazón. Voy a luchar por ignorarlos cada día más, a saludar a cuantos vecinos me encuentre y a ser, invariablemente, cada día más feliz.

Que quede entre nosotros