miércoles, 15 de marzo de 2006

Villanos

Anoche veía un programa en TV en que entrevistaban a Miki Molina. Dentro de su discurso a veces poco inteligible o coherente (esa forma de hablar en la que sabes que un pequeño paso mal dado es excesivamente peligroso, esa forma de hablar con que el miedo que te ha obsequiado en forma de precaución), dijo algo que me recordó otros tiempos en mi vida. Se entremezclaron de pronto dos programas de TV, el que estaba viendo y Camera Café. Éste último me encanta porque, entre risas, pone de relieve lo que es este puto país. El que puede se escaquea, el que puede no da un palo al agua, el que puede medra sin piedad para las cabezas que aplasta en su rastrera ascensión. Y ambos, un fiel reflejo de esa emboscada artera y vil que urdieron contra mí. Torticeras mentes que me habían rendido una pleitesía que nunca quise y que ignoraba. Crecí porque mis superiores reconocieron mi trabajo y mi profesionalidad. Cuando lo hicieron siempre dije (y lo dije con conciencia profesional), "¿y si te equivocas?, mira que hay gente muy buena, más antigua que yo..." Nunca escatimé esfuerzos, nunca rechacé un reto, jamás me di por vencido cuando un problema me plantaba cara. Y tuve palabras de aliento para aquellos compañeros/empleados que supieron colaborar con el proyecto, que los hubo. Y me reconozco en Gregorio Antúnez, incluso en Victoria, cuando llama a algunos de esos "inútiles profesionales": Basura. Gentuza. (En clave de humor cuántas cosas pueden decirse y cómo puede dibujarse el perfil de un país).
Durante meses recordaba "La habitación número doce" y cómo es posible destruir a una persona. Me decía a mí mismo: Tienes que luchar, no puedes abandonar ahora. Y no hice lo que cualquiera de aquellos necios hubiera hecho con menos: darme de baja por depresión. Aguanté hasta el final. Aguanté hasta que se reconoció por escrito que no se podía dar marcha atrás y que no se cuestionaba en ningún momento mi valía profesional (que ahí estaban las cifras). Y el premio que obtuve fue alejarme de aquella chusma de soplagaitas, acercarme más aún a los que no estaban en la banda y reconocer las manos que se abrían francas de lugares donde no las esperaba.
La vida quiso ponerme una prueba más y la superé con tesón y esfuerzo, o viceversa.
Desde entonces soy una persona feliz y plena, que mira hacia atrás y ve una trayectoria profesional impecable, sin avergonzarme absolutamente de nada y disfrutando de la vida, en unos momentos, que aunque soñaba, jamás creí que pudiera alcanzar.
Gracias a vosotros, villanos, inútiles personajillos que ocultáis vuestras mezquinas intenciones en el baboseo y vuestra ineptitud en el arte del escaqueo. Gracias a vosotros, vivo la vida que nunca soñé.
Mientras vosotros arrastráis vuestras ineficacias, vuestras miserias, yo me baño al sol de mis paseos en scooter, en mis largas caminatas con mis perros. Dedico horas a esta afición que nunca manará en vosotros porque sois pequeños y mezquinos. Y desde lo más profundo de mi corazón os compadezco porque vuestra vida será lo que vosotros, simplemente medianía.
Que quede entre nosotros

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Here are some links that I believe will be interested

Anónimo dijo...

I really enjoyed looking at your site, I found it very helpful indeed, keep up the good work.
»