miércoles, 21 de septiembre de 2016

La desgana del tiempo que no pasa

Así es como me voy sintiendo día a día. Recuerdo como en otras ocasiones, esperaba que llegara cualquier momento para iniciar una charla, para retomar las cosas donde se habían quedado y, pelillos a la mar. Pero ahora, en esta ocasión, no siento nada, no tengo tentaciones. Seguimos manteniendo el contacto pero como lo puedo mantener con grupos sociales o de amigos. Por eso lo he titulado así, porque el tiempo que no pasa, que no sucede, produce desgana, a mí me la produce.

No me entra en la cabeza que una persona con cierta edad, madura; no se dé cuenta de que está tirando las oportunidades por el retrete. Desde luego que no. Hoy me decía la asistenta mientras que hacía la limpieza de la casa, que ella, bastante más joven, cuando conoció a su pareja, pensó que esa oportunidad no debía dejarla pasar. Y ahí están.

No sé si antes es que no me daba cuenta, pero ahora, cuando observo que comete faltas ortográficas en los mensajes que me envía, no me puedo abstraer de pensar que igual siempre ha sido así, y esa desgana provoca que mi ojo crítico vea cosas que antes no veía. Oh, el amor...

Darme cuenta de que invierte el tiempo en cosas que a ella le parecen importantes, y la sigue manteniendo en una situación de incultura que crece, es, al tratarse de alguien querido, doloroso. Ni una hora a un libro, ni un cuartillo al cine. Sólo seguir el camino húmedo y pastoso de las babas.

Que quede entre nosotros