miércoles, 30 de mayo de 2007

El cartero

Echo la vista atrás y recuerdo con nostalgia aquellos días de adolescencia tímida y apasionada. Cuando no podías más y te echabas a la calle para buscarlo, para preguntarle si llevaba algo para ti...

Y si llevaba, ibas por la calle leyéndola con avidez, oliéndola (porque era un gesto tierno y personal perfumarlas), recordando esos paseos de la mano el último verano, dejándote envolver por su melena que exhalaba ese olor tan suyo, tan tuyo, tan íntimo...

Una carta era una sorpresa o un anhelo, siempre una respuesta a inquietudes y deseos.

Y poco a poco se ha ido diluyendo en el tiempo, transformándose en esto que hoy utilizamos con tanta profusión y que, satisfaciéndonos, ha perdido ese encanto de lo manuscrito, de lo oloroso, de ese borrón producido por una lágrima incontenida... Como todo.

Hoy el cartero, cuando viene (que esa es otra), sólo trae cartas de bancos, de grandes superficies, de financieras, de impuestos... Pocas o ninguna de aquellas otras tan bellas, tan hermosas.

Echo de menos aquellos carteros y aquellas cartas. Quizás eche de menos aquellos años en que todo sucedía menos rápido, más intenso, con más tiempo para disfrutarlo y para sentirlo. Con tanto como para recordar palabra a palabra toda una carta.

Creo que soy un nostálgico empedernido. Y me gusta.

Que quede entre nosotros

martes, 29 de mayo de 2007

ELECCIONES

No entiendo nada. Por eso, en cuanto pueda, me largo de aquí. A veces se hace asfixiante, irrespirable.

Oigo, leo, montonadas de protestas por la situación tanto comunitaria como local... Sí, tenemos Ciudad de las Artes y las Ciencias. De putísima madre. Turismo haciendo colas infinitas y pelas que hay que amortizar. Lo mismo los residentes que los visitantes (porque ya se podía marcar un detalle el gobierno y hacernos rebaja a quienes tenemos que sufrir los desvíos, los cortes, los ruidos)...

La ciudad, salvando honrosas excepciones, hecha una mierda. Literal. El hedor en algunas calles del centro es prácticamente insoportable. Las mierdas de los perros se esparcen por aceras representando un auténtico milagro no pisar alguna o algunas. No se hace nada para corregir esa situación porque la dama de rojo va en coche a los sitios y cuando va andando (en campaña, claro), antes baldean.

Coches en doble fila en montones de calles en las que sólo puedes circular por el carril bus (menos mal que no te denuncian porque sería el colmo del despotismo).

Obras que se eternizan mientras las de imagen "corren que se las pelan". Y además tendremos circuito urbano de F1 ¡fantástico! Con eso ya, casi seguro, llego a fin de mes.

Y de eso se queja todo el mundo, lo juro. Porque ¿a quién beneficia la Copa de América de Vela? ¿Que hay curro para los albañiles? Temporal como todo lo que a eso se refiera.

La bendita Ciudad de las AA.y las CC. Colas para sacar entradas. Quejas porque nunca se llega. Espectáculos que nunca se pueden ver porque, ya se sabe, muchas de las entradas se reparten entre los..., bueno, entre ellos.

Líderes en delincuencia y en otras cosas poco dignas. Pelotazos urbanísticos que están jodiendo el poco paisaje que nos queda. Agua para campos de golf y montando la de Dios porque no nos dan la del Ebro. Sí, para más campos de golf.

Y van, al final, y salen por mayoría absoluta. El dios que entiende a estos falleros... ¡Ah, claro, ahora caigo!

¡Vivan las cadenas!

Que quede entre nosotros

jueves, 24 de mayo de 2007

Ciento una

¿Qué me pasó? La precipitación, querer ser útil a una amiga... Y resulta que no celebré el centenar. ¡Mecachis! Cien jirones de mi vida, cien trozos de mi piel y mis entrañas y los conmemoro poniendo una foto de mi montura. Cosas que sólo me pasan a mí.
En fin, que ahora, o bien me espero al doscientos o al millar. Y me da a mí que uno y otro andan demasiado lejos...
Bueno, que ésta que veis ahora es la ciento una. Así, sencillita y sin pretensiones, casi como yo mismo.
Que quede entre nosotros

miércoles, 23 de mayo de 2007

Mi cabalgadura


Para mi querida amiga Nekane, ahora que se debate en dudas compartidas.

sábado, 19 de mayo de 2007

VAIVÉN

De cuando en cuando, pero que muy de cuando en cuando, vengo por aquí, reviso la cubierta, la toldilla, los camarotes... En fin, que le echo un vistazo a todo para que mi goleta siga navegando aunque muchas veces sola, con el timón automático, a merced de los avatares de vientos y corrientes. Ya sé que luego ella endereza, cambia y continúa. Así debe ser.

Echo un vistazo y observo que la trayectoria es casi similar a la del año anterior, discurriendo por la misma cantidad de escritos y versando sobre los mismos temas. Como reza en mi presentación: un buen cojín de sueños, que poco más que eso somos.

De cuando en cuando observo que quienes me quieren, quienes han aprendido a quererme a través de esta placentera travesía, siguen viniendo y dejando muestras de su afecto sobre este cuaderno de bitácora, una de cuyas acepciones de nuestro diccionario de la Real Academia, es: "Libro pequeño o conjunto de papel en que se lleva la cuenta y razón, o en que se escriben algunas noticias, ordenanzas o instrucciones". Sin más pretensiones, sin mayor ambición que ésa, dejar constancia de lo que siento, de lo que me emociona o me cabrea. Porque de no hacerlo, ni yo mismo lo recordaría unos meses más adelante. Sí, ya sé que me enrollo, como las persianas y no precisamente las de Persia (ahora Irán y en el futuro igual Volverán)... Que sí, que vale, que me estremecéis. Porque (y ya lo he dicho en más de una ocasión, creo), esto nació sin más vocación que satisfacerme, que servirme de testimonio de mi propia existencia y vuestras visitas, altruístas y generosas, son una bendición. Es evidenciar que, de alguna forma, lo que digo, lo que escribo, es capaz de tocar al menos levemente vuestros corazones o vuestras conciencias.

Y eso, en estos tiempos de vorágine electoral y electoralista (yo opto claramente por el segundo término), resulta más grato aún. Porque estoy cansado de tanto mangante, de tanto sinvergüenza que acude a nosotros para decirmos: "Oye, majete (así de coloquiales), que estoy aquí. Que conmigo esto y lo otro. Que te voy a hacer pisos por un tubo... Y baratos...", y como decía mi Rosa, sólo quieren ir "al poder, al poder, a hartarse de mandar... Y a olvidar, las cosas que decían hasta ayer... Al poder, al poder". De verdad, lo único que desean, porque ¡pobrecitos míos!, con lo mal que lo pasan, con lo que se putean los unos a los otros, con ese juego endiablado de dividirnos en lugar de unirnos: el poder. Si no fuera por eso sería insoportable ¿verdad?

A mí al menos no me han dejado sueños, ni ilusiones, ni esperanzas... En apenas treinta años han sido capaces de contaminarme tanto que no sé cuántos harán falta para limpiarme nuevamente. Se les debería caer la cara de vergüenza al darse cuenta de que siendo más, cada vez son más pequeños los lugares donde acuden para que parezca que hay multitudes. Claro que ver un estadio o una plaza de toros con más claros que nubes sería para echarse a llorar. Me gustaría que fuera de diferente forma, pero ya sabéis que tiendo a lo onírico. Es sólo un vaivén. Mande quien mande, los de abajo siempre seremos los mismos.

Por eso, además, os agradezco en sumo grado vuestras manifestaciones de cariño.

Que quede entre nosotros

jueves, 3 de mayo de 2007

Más o menos





Más o menos... La luz, las palmeras, las nubes. Todo inmóvil, capturado por el ojo silencioso y obrero de mi cámara. Recuerdos de un viaje que pretende olvidarse. Algo que quedará después de mí, cuando ya me haya ido. Espero.

Todo inerte y sin embargo vivo, penetrando en las entrañas, arañando vísceras...

La luz. Ésa que penetra a través de las palmas, a través de las nubes... Como el conocimiento penetra a través del tiempo, del descubrir, del darse cuenta.

Las nubes. Ésas que transcurren rápidas, empujadas por un viento que apenas perciben ellas, y las ramas, y mi cara. Ocultando y descubriendo. Desapareciendo. Como los intentos, como la verdad, como las decisiones, como la propia vida.

Así, inmóvil y removiéndose en lo más profundo. Capturado por el ojo laborioso y silente de mi cámara y de mi alma.

Que quede entre nosotros