sábado, 30 de agosto de 2008

Nuevos horizontes

Sucede que con mi reincorporación a la vida laboral, van incrementándose mis nuevos afectos. Creo que es lógico pensar que es lo más normal cuando uno no rechaza de plano estas oportunidades.

Y vuelve a pasar como casi todas las veces. Son proyectos ilusionantes, retos, situaciones sujetas a posibilidades de cambios. Y acabo involucrándome.

Aunque en esta ocasión, con todo, tengo más cautela, estoy más preparado (mucho más), para cualquier eventualidad.

Siguen aguardándome las cosas de siempre... Mi cabalgadura y los horizontes por descubrir, mis buenos perros, mis fieles gatas, mi tiempo que aún no sé si me pertenece. Están ahí, como lo estaban en noviembre.

Desde aquel Telón de noviembre, ha llovido y mucho. Y esa lluvia ha terminado con la existencia de mi querida Julia, que frente a unas rebanadas de pan tostado sobre las que deposité con infinita ternura unas lonchas de sabrosísimo jamón, me decía que a finales de diciembre le iban a cambiar la medicación, en su última salida a la calle.

Cuando fui a verla por última vez, para llevarle los últimos libros de mi entrañable hermano, con su dedicatoria, ella ya no pudo verme. Era sólo un cuerpo dispuesto a entregarse al último viaje. Y su madre me dijo que la última vez que salió a la calle fue aquel día, conmigo.

También ese tiempo se llevó a Calcetines. Un mal miércoles de diciembre, a mi regreso del trabajo no vino a mi encuentro y ya no volví a verla. No hubo cuerpo, ni regreso... Y no me quito de la cabeza que alguien se la llevó.

¡Cómo las lloré!

Y en los últimos tiempos, una crisis de descomunales dimensiones se cierne sobre el mundo. El poder ha pensado que ya está bien y se ha retirado con su dinero a los cuarteles de invierno, a esperar que seamos más dóciles, más miserables... Eso durará la crisis, el tiempo que tardemos en hacerlo notorio.

Ahora apenas tengo tiempo para nada y es el que dispongo para la comida y estas horas nocturnas que cela una luna sarracena, lo que me da la oportunidad de seguir siendo yo y de mostrar mis sentimientos amorosos, que pese a la lluvia y las ausencias, siguen vivos y con la misma fuerza de siempre.

Tengo muchas más cosas que decir pero es tarde y sé que volveré. Al menos es mi intención.

Como siempre, más que siempre...

Que quede entre nosotros