La gilipollez humana no tiene límites. Ropa cara, ella estirada, pero la boca, ¡ay, la boca!, cómo pierde a la gente... Andaba yo por una playa próxima donde habíamos acudido Alex, Mireya y este viejo marino, para realizar un reportaje fotográfico -homenaje que me merezco sin lugar a dudas-, cuando la vi mientras caminábamos a tomar café en una terraza de las de toda la vida; y para echarnos unos cigarrillos a la salud de la Leyre. La vi, decía, y me llamó la atención su aspecto y su estúpida boca. Hablando de alguien a quien a buen seguro estaba despellejando, decía de ella que tenía la lengua "vivípara" (Dicho de un animal: Cuya hembra pare hijos en la fase de fetos bien desarrollados; p. ej., los mamíferos. U. t. c. s.). O sea, que imaginaos la lengua de la aludida. Y es que meterse en ciertos jardines, invita a esas cosas. No es lo mismo "bífida" o "viperina", que supongo que serían los términos que buscaba la moderna.
Es lo que persiguen estos gobernantes de mierda, que la gente sea cada día más burra y que además se jacte de ello. Pues lo están consiguiendo.
Es el mandato de aquellos que nos quieren de rodillas. Y curioso que descubro en un libro que debéis leer "¡Indignaos!", que no voy mal encaminado.
Así nos va el pelo, claro que a mí como si se operan, sigo fiel a mi propósito de ser cada día mucho más feliz. A pesar de que me desespere tanto pasotismo en la gente, domeño ese sentimiento y sólo queda un posillo de tristeza tan ajena que la espuma de la navegación de mi goleta engulle sin tregua.
Mis dolores están prácticamente desaparecidos y ya puedo erguirme ante el timón y divisar ese horizonte claro que es el rumbo elegido.
No dejéis que os humillen más... ¡Indignaos! Leed, buscad, formaos...
Que quede entre nosotros
Es lo que persiguen estos gobernantes de mierda, que la gente sea cada día más burra y que además se jacte de ello. Pues lo están consiguiendo.
Es el mandato de aquellos que nos quieren de rodillas. Y curioso que descubro en un libro que debéis leer "¡Indignaos!", que no voy mal encaminado.
Así nos va el pelo, claro que a mí como si se operan, sigo fiel a mi propósito de ser cada día mucho más feliz. A pesar de que me desespere tanto pasotismo en la gente, domeño ese sentimiento y sólo queda un posillo de tristeza tan ajena que la espuma de la navegación de mi goleta engulle sin tregua.
Mis dolores están prácticamente desaparecidos y ya puedo erguirme ante el timón y divisar ese horizonte claro que es el rumbo elegido.
No dejéis que os humillen más... ¡Indignaos! Leed, buscad, formaos...
Que quede entre nosotros
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