lunes, 18 de abril de 2011

Navegación y fotografía

Como esta imagen arrancada a un anochecer de marzo, como ella; tranquilo, sosegado, en calma.

Así son mis días y mis noches. Así son las relaciones que atesoro. Todo sucede sin provocarlo, sin buscarlo. Apenas existen variaciones en mi rumbo, no hay golpes de timón. Y me inunda una paz y una dicha que nada tienen que envidiar a las calmas aguas que transcurren por esa acequia, a la vegetación que se aprieta y se proyecta sobre ellas para protegerlas, como esas nubes que coquetean duplicándose en su espejo.

Me gustaría poder prodigarme más, llevar este caudal de afecto a más gente a más lugares. Es una pena que el día tenga sólo veinticuatro horas para dar.

Se aproxima el verano y con él el final de un año preñado de cambios, de amargura al principio y alegría sin límites a su término. Un periodo único en mi vida en el que he aprendido a ser mejor; a no guardar dentro de mí sentimientos negativos; a perdonar y a pedir perdón, sin esperar más que otro nuevo día para seguir siendo feliz.

Habría sido una pena que mi goleta no navegara estas aguas. Aquí está mi bitácora dando prueba de que fue cierto, que las surqué a finales de marzo.

Que quede entre nosotros

No hay comentarios: