Me gustan todos esos días.
Los que furtivamente ocultábamos nuestra presencia de miradas curiosas, frente a una fábrica o algo parecido; y transformábamos aquel lugar y aquellos momentos en la más hermosa tarde. Y nos sacudíamos la tensión acumulada conversando y adornándolo con besos y abrazos; también cigarrillos... Va, el último. Era tarde aunque nunca era demasiado tarde. Y luego, como trenes que avanzan hacia distintas estaciones, esa última mirada, ese último beso lanzado al calor y al frío de la noche... Y tu sonrisa. Y mi sonrisa.
Los que llegabas temprano de regreso del trabajo y aún nos daba tiempo de capturar juntos los últimos rayos del sol para nosotros, sin ocultarnos, con orgullo, con alegría. Y oreábamos tu tensión compartiéndola, sintiéndola y orientándola hacia espacios más positivos, más armoniosos; creciendo...
Aquellos en que me rescatabas de mis idas y venidas al mecánico, comunicándonos cualquier eventualidad cualquier proyecto, cualquier victoria, en el regreso a casa. Juntos.
Los que nos brindaban cenas maravillosas condimentadas con ternura, frescura, calidez, ingenio, paz y amor... Enormes ingredientes que emanaban de nosotros sin esfuerzo.
Y hoy, sería estúpido decir que no sé porqué; un día aciago, cuajado de estrés y largas esperas hospitalarias, el recuerdo de todos esos días ha cambiado el decorado, el paisaje, la geografía del día.
Shhh
Que quede entre nosotros
Los que furtivamente ocultábamos nuestra presencia de miradas curiosas, frente a una fábrica o algo parecido; y transformábamos aquel lugar y aquellos momentos en la más hermosa tarde. Y nos sacudíamos la tensión acumulada conversando y adornándolo con besos y abrazos; también cigarrillos... Va, el último. Era tarde aunque nunca era demasiado tarde. Y luego, como trenes que avanzan hacia distintas estaciones, esa última mirada, ese último beso lanzado al calor y al frío de la noche... Y tu sonrisa. Y mi sonrisa.
Los que llegabas temprano de regreso del trabajo y aún nos daba tiempo de capturar juntos los últimos rayos del sol para nosotros, sin ocultarnos, con orgullo, con alegría. Y oreábamos tu tensión compartiéndola, sintiéndola y orientándola hacia espacios más positivos, más armoniosos; creciendo...
Aquellos en que me rescatabas de mis idas y venidas al mecánico, comunicándonos cualquier eventualidad cualquier proyecto, cualquier victoria, en el regreso a casa. Juntos.
Los que nos brindaban cenas maravillosas condimentadas con ternura, frescura, calidez, ingenio, paz y amor... Enormes ingredientes que emanaban de nosotros sin esfuerzo.
Y hoy, sería estúpido decir que no sé porqué; un día aciago, cuajado de estrés y largas esperas hospitalarias, el recuerdo de todos esos días ha cambiado el decorado, el paisaje, la geografía del día.
Shhh
Que quede entre nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario