domingo, 14 de noviembre de 2010

El sol, la tristeza y la muerte

Un día en el que se han confundido todas esas cosas... Un espléndido y soleado día de noviembre que ha despedido a Juan Moreno, compañero, una víctima más de esa terrible enfermedad. Y en su despedida, más compañeros de mi última aventura laboral. Las charlas estériles y llenas de convencionalismos para salir del paso; propias de estas situaciones.

Aunque también la proximidad y la calidez con otras personas. El intimismo, la confidencia; esta vez en una sola dirección, y yo el receptor.

Más tarde, mis dos ángeles y yo, monologando a tres voces... Un hecho que les es tan común como a mí y por el sufren tanto como yo. Y lo incontestable de qué se pierde leyendo unas líneas. Y en ese maremágnum de palabras, de repente me siento de nuevo náufrago y a la deriva.

No existe la rabia, ya no; sólo el deseo de tender puentes, de descorrer el velo.

La comida ha sido un placer sin comparaciones... Y los paseos; antes y después de comer. Bajo este sol mediterráneo que pretendía enjugar mis lágrimas.

No sé, aún no sé qué puede ser tan espantoso como para no merecer el perdón.

Un soleado día de noviembre en el que se han amalgamado su calidez, mi tristeza y la frialdad de la muerte.

Que quede entre nosotros 

No hay comentarios: