miércoles, 10 de junio de 2009

MI VIAJE SOÑADO

Al final no salí temprano, mas no tenía prisa. Eso de hacer un viaje que lleva esperando tantos años porque nunca ha sido posible sin incomodar a alguien, es un lujazo. ¿Iba a llevar prisa?

Bien pertrechado aunque el tiempo se anunciaba genial. Y el caudal de los sueños por empezar a usarlo. Es magnífico viajar en scooter en solitario porque nunca vas solo. Los pensamientos acuden a ti desde mil puntos de la memoria y se alían contigo y con la ruta.

Ya había soñado un rato cuando decidí pararme en El Pontón para, en esa terraza deliciosamente humilde, fundir los alimentos con más sueños. De niñez, de adolescencia, de madurez... Imaginándome que descubriría el punto ideal, el pueblo ideal, la casa ideal para proyectarme en el último tramo.

Villatoya, Alborea, Casas de Ves, Casas de Juan Fernández, Rubielos Altos, Rubielos Bajos... En fin, que transformé 290 Km. en casi 400. Tomaba notas sobre el mapa y sobre la memoria. Después tendría que comenzar a comunicarme, elegir, en fin, más sueños.

Llegué a mi pueblo natal justo a la hora de comer y lo hice a base de botellines con su correspondiente tapa. Cuando llegué al hotel iba casi ganador y colocado, es decir, el estado ideal para sestear hasta que el sol inclemente de La Mancha me permitiera callejear sin acusar sus rigores...

Cuando desperté, cámara en ristre, recorrí los lugares que me recordaban mi infancia, mis juegos, mis primeros devaneos amorosos... Instantáneas de aquí y de allá (es magnífico hacer fotografías sabiendo el resultado y sin controlar si se acaba el carrete), hasta decidir visitar a la poca familia que me queda y las vecinas del patio donde me crié. Magnífico, sublime, delicioso... Era como ir degustando los más exquisitos platos con la guarnición que unos y otros iban colocándoles. Pura magia.

Hay cosas que no han cambiado allí. Otras que no son mi pueblo porque la tendencia estúpida de la gente a desprenderse de lo genuino para caminar por lo progre, nos trae esas cosas. Allí no pondría yo mi nido. Lo tuve, pero jamás volvería a ponerlo.

No han cambiado los vecinos al fresco, sentados en sus sillas y radiografiándote al pasar. Y luego los murmullos, los comentarios. Para mí pensaba: Vais más perdidas que un h.p. el día del padre. Han transformado la geografía urbana que tanto amé. Ahora hay adosados, más adosados y también adosados.

La noche me abrazó en las últimas visitas y sólo quedaba redondear la tarde con más botellines y más tapas.

Recorrí las carreteras locales buscando el aire fresco de la noche y me fui a dormir. El sueño estaba cumplido.

El regreso fue entrañable. Después de los churros y el chocolate, comprar dulces, más recorrido y luego más quintos y más tapas, hasta enfilar la ruta de regreso... Todo igual, o casi igual que hace años.

Cuando arribé a casa tenía los riñones al Jerez pero una enorme satisfacción por haber cumplido un sueño tan tonto y tan fácil como éste. Hay quien prefiere Cancún o un crucero. Yo sigo siendo sencillo, me gusta lo nacional, lo urbano. Lo mío.

Ya no lo voy a olvidar.

Que quede entre nosotros



Nací


Crecí y regresé


El tránsito


Aquí estuvo mi escuela

Jugué

Mi primera novia


Las romerías


1 comentario:

José Aguilar García dijo...

Aunque los rigores a que me somete la persecución de alguno de mis vagos sueños, me impida compartir como querría espacios de paz, mágicos encuentros contigo en el ecuador de la semana, no renuncio a saber de ti.

Te encuentro aquí; te reencuentro y te celebro con la copa rebosante de nostalgia.

Ya sé que las palabras, cuando el corazón reclama el hecho incuestionable de la presencia, pueden parecer poca cosa, pobre consuelo para nuestros anhelos, pero para mí son ahora un bálsamo necesario, la promesa de un momento que deseo como anticipo de los que le seguirán sin duda, en los muchos años que espero que compartamos en esta vida nuestra.

Te leo y te veo. Tus textos y tus imágenes me resultan familiares. Eres tú, mi hermano, al que admiro, al que respeto, al que quiero.

Tu sensibilidad y el calado de tus reflexiones, justificarían por sí mismas, la querencia que te tengo.

Nos veremos muy pronto, muy pronto.

Te quiero, hermno y te extraño.