jueves, 14 de mayo de 2009

Días felices

Vamos allá. El viento azota mi cara mientras me balanceo entre recuerdos y proyectos... Cojo mi cuaderno y bitácora y vuelvo a escribir.


Siento nostalgia de cuando los seres humanos éramos sólo eso: Seres humanos. Ahora no sé si alguien, en algún lugar, levantará el dedo y dirá: Seres y seras (humanos y humanas). Porque hay que joderse en qué deriva el moderneo en este país, y el progreso, y la decencia, y la democracia... Recuerdo a mi apreciado Fernando Poblet, hace muchos años, cuando lanzaba a las ondas su artículo diario en RNE, y que si la memoria no me falla demasiado se titulaba "La vida en blanco y negro". Ya nos daba para el pelo Don Fernando vaticinando lo que se nos avecinaba.


De cuando una buena conversación era el principio y el fin de una excelente jornada, una reunión, unas cervezas en una terraza...


Ya no hay imaginación más que la precisa para ejercer el siniestro oficio de despellejar al prójimo. Los trepas, los chupapollas, los rastrerillos (para que no se ofenda nadie trasládese también al género femenino), son los únicos protagonistas de esta infame vida que nos merecemos a fuerza de currárnoslo.


Disfrutar como esta mañana sin que "nadie salga perjudicado", es un deporte olvidado ya en este país del que me sigo avergonzando cada día más.


Esta mañana, al calor de muestras de afecto inequívocas, charlábamos Tomás, José Eugenio y yo, de nuestra niñez y nuestra adolescencia. Y de verdad que lo hemos pasado bien haciéndolo. ¡Qué pena que el progreso haya dejado a nuestros hijos sin esos instantes! Como alguien me decía un día: todos los adelantos que gozamos hoy día tienen un precio. Cierto. Pero desmembrar la familia es un precio demasiado alto.


Mientras tanto, pese a la afilada tecla de mi bien amado APR, se sigue escribiendo y hablando, en cualquier sitio, como a la gente le da la gana, creando entre el respetable, la idea de que como lo dicen presentadores y artistazos, está bien. Cultura de la güena, sí señor.


Me regocijo pensando en mi viaje en moto a mi tierra. Recorriendo solo la llanura manchega y oteando el lugar donde poner mi último nido. Umm, ya os contaré.


Y pese a todo, días como éste son días felices, plenos, mágicos, generosos... Porque todavía quedamos gente y genta a las que nos gusta vivir por vivir, disfrutar por disfrutar, reír por reír...


Que quede entre nosotros

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