miércoles, 30 de mayo de 2007

El cartero

Echo la vista atrás y recuerdo con nostalgia aquellos días de adolescencia tímida y apasionada. Cuando no podías más y te echabas a la calle para buscarlo, para preguntarle si llevaba algo para ti...

Y si llevaba, ibas por la calle leyéndola con avidez, oliéndola (porque era un gesto tierno y personal perfumarlas), recordando esos paseos de la mano el último verano, dejándote envolver por su melena que exhalaba ese olor tan suyo, tan tuyo, tan íntimo...

Una carta era una sorpresa o un anhelo, siempre una respuesta a inquietudes y deseos.

Y poco a poco se ha ido diluyendo en el tiempo, transformándose en esto que hoy utilizamos con tanta profusión y que, satisfaciéndonos, ha perdido ese encanto de lo manuscrito, de lo oloroso, de ese borrón producido por una lágrima incontenida... Como todo.

Hoy el cartero, cuando viene (que esa es otra), sólo trae cartas de bancos, de grandes superficies, de financieras, de impuestos... Pocas o ninguna de aquellas otras tan bellas, tan hermosas.

Echo de menos aquellos carteros y aquellas cartas. Quizás eche de menos aquellos años en que todo sucedía menos rápido, más intenso, con más tiempo para disfrutarlo y para sentirlo. Con tanto como para recordar palabra a palabra toda una carta.

Creo que soy un nostálgico empedernido. Y me gusta.

Que quede entre nosotros

5 comentarios:

. dijo...

¿Empedernido?
Tiene que gustarte ser como eres, sentir como sientes, tienes y debes que felicitarte por ello.
Sabes, que lo mejor de la vida, se degusta a pequeños sorbitos, macerandolo en uno, dejando que se haga un excelente crianza y a lo mejor hasta un reserva de edición limitada; Y se recurre a ellos, esos recuerdos, para paladearlos lentamente, con los ojos cerrados, sintiendo los regustos plácidos y lejanos quizá de lo que fue y por siempre será en nosotros.
Yo sé que tu tienes vinos excelsos, que has escogido maravillosas cepas y que las mejores te las reservas para ti, haces bien.
Un abrazo

Sí, queda. Queda entre nosotros.

Mephistófeles dijo...

De nuevo gracias, amiga mía.

Vuelves a embellecer, a realizar filigranas alrededor de mis textos. Y sí, creo que llevas razón, "quizá de lo que fue y por siempre será en nosotros". Siempre será... Es como esa canción de Serrat que hace poco colgabas en tu cuaderno, sí, exactamente igual.
Nos las dejó un tiempo de rosas...

Un abrazo enorme,

Que quede entre nosotros

Abir dijo...

De vez en cuando, unos pocos, todavía usan al cartero con ese fin más lento, más intenso... y sí, yo también lo añoro un poquito.
Un abrazo,

querida_enemiga dijo...

Tienes razón, se ha perdido el romanticismo de las cartas, las esperas, la anticipación de tener un sobre cerrado entre las manos.

Pero no volvería atrás. Prefiero la inmediatez y la rapidez de un email o de un mensaje al móvil. El tener a esa persona "ahí" al momento, cuando la quieres, cuando la necesitas.

Es cuestión de hábitos, supongo.

Mephistófeles dijo...

¡Ay Abir! ¿Qué no daría yo por aquella correspondencia que añoro?
He visto que tú si lo utilizas con Nekane ¡cómo me alegra!
Siempre espero que el cartero vuelva a llamar...

Ya ves, querida_enemiga, yo sí, yo sí volvería atrás, a esas inquietas esperas, a esos días tremendamente horribles en que el azar, la desidia de alguien, o qué sé yo, hacían que la esperada carta llegara un día más tarde, o dos...

Está bien esto. Sí, que exista también el correo electrónico. Ojalá que también trajera aquellos aromas y la inequívoca grafía de las personas que nos escribían.

Cualquier día haré un exceso...

Que quede entre nosotros