Eso es lo que somos: tontos del haba... Porque nos dejamos encandilar.
Ya han comenzado su andadura con su inmensa carga de hipocresía, unos y otros, todos... Los políticos.
Se trata de hacer lo que no han hecho durante su mandato, o bien gobernando o bien liderando su partido: Acercarse a sus acólitos, a quienes los votamos, los votaron. Preocuparse por su día a día. Hacer en suma lo que prometieron hacer. Y los gobernantes, que prometen hacerlo para todos, que lo hagan. Ya sabemos que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Y comienzan las sonrisas, los apretones de manos, las promesas...
Y el presidente se toma cafés de 80 cts. (joder, que nos diga dónde).
Y van a hacer más viviendas para los que tienen menos posibles... Pues eso también, que nos digan dónde y sobre todo, cuántas. Que hay una amiga mía que se apunta rápido porque le saldrá mejor (es un decir), que el alquiler de usura que le van a cobrar. Y otra a la que la hipoteca la ha dejado maltrecha.
Y el barbas insulta al cejitas, y el gafitas carga contra todos los opositores... Y los meapilas de los opositores cargan contra el cejitas y contra el gafitas... Y así sucesivamente. Pero se dan el pico cuando se trata de elevarse los sueldos... Ah, sí, los sueldos los unen. Se olvidan de sus diferencias porque, pensando en nosotros, al fin encuentran algo que los identifica.
Como decía aquella canción: "Al poder, al poder, a hincharse de poder... Y a olvidar las cosas que decíamos ayer... Al poder"
Y el pequeño bigotudo se da cuenta de que el pueblo catalán no son los cuatrocientos mil votos (lo digo al azar por lo poco relevante) que lo avalan. Votos de gente que apuesta por lo que cree, pero que no es la mayoría. Respetables aunque minoritarios. Por cierto, que igual no se acuerda de que ciento y pico mil se le bajaron del carro en las elecciones del 2006, con relación a la anterior convocatoria.
Y los valencianos la montan con el jodido agua que no han sabido nunca economizar. Y con la dársena del puerto.
Y los peperos dicen que los inspectores del Parlamento Europeo que vinieron para echar un vistazo al despropósito en que se ha convertido la construcción, no tienen ni pajolera idea y sirven a intereses partidistas. Vale. Y ahí también interviene el agua por si lo olvidan o pretenden falsearlo.
Y los bancos ganan más. Y los empresarios de la energía ganan más. Y los de las comunicaciones ganan más. Y para que todo no sea más, nosotros cada día ganamos menos. O invertámoslo: Somos más pobres. ¿Y con el beneplácito de quién se reparten esos escandalosos beneficios? Con el de los mismos que les autorizan pese a todo, a subir más sus tarifas, los costos de sus servicios, etcétera. Claro que no siempre van a estar a nuestro lado ¿verdad?
Y nosotros, tontos del haba, llegará el día D hora H e iremos como gilipollas a votarles, a unos o a otros. Y ciertamente, ninguno se merece ese esfuerzo de un compatriota. Podéis estar seguros. Porque aquí siguen mandando los de siempre, los de toda la vida... Los ricos, los asquerosamente ricos.
Que quede entre nosotros
Ya han comenzado su andadura con su inmensa carga de hipocresía, unos y otros, todos... Los políticos.
Se trata de hacer lo que no han hecho durante su mandato, o bien gobernando o bien liderando su partido: Acercarse a sus acólitos, a quienes los votamos, los votaron. Preocuparse por su día a día. Hacer en suma lo que prometieron hacer. Y los gobernantes, que prometen hacerlo para todos, que lo hagan. Ya sabemos que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Y comienzan las sonrisas, los apretones de manos, las promesas...
Y el presidente se toma cafés de 80 cts. (joder, que nos diga dónde).
Y van a hacer más viviendas para los que tienen menos posibles... Pues eso también, que nos digan dónde y sobre todo, cuántas. Que hay una amiga mía que se apunta rápido porque le saldrá mejor (es un decir), que el alquiler de usura que le van a cobrar. Y otra a la que la hipoteca la ha dejado maltrecha.
Y el barbas insulta al cejitas, y el gafitas carga contra todos los opositores... Y los meapilas de los opositores cargan contra el cejitas y contra el gafitas... Y así sucesivamente. Pero se dan el pico cuando se trata de elevarse los sueldos... Ah, sí, los sueldos los unen. Se olvidan de sus diferencias porque, pensando en nosotros, al fin encuentran algo que los identifica.
Como decía aquella canción: "Al poder, al poder, a hincharse de poder... Y a olvidar las cosas que decíamos ayer... Al poder"
Y el pequeño bigotudo se da cuenta de que el pueblo catalán no son los cuatrocientos mil votos (lo digo al azar por lo poco relevante) que lo avalan. Votos de gente que apuesta por lo que cree, pero que no es la mayoría. Respetables aunque minoritarios. Por cierto, que igual no se acuerda de que ciento y pico mil se le bajaron del carro en las elecciones del 2006, con relación a la anterior convocatoria.
Y los valencianos la montan con el jodido agua que no han sabido nunca economizar. Y con la dársena del puerto.
Y los peperos dicen que los inspectores del Parlamento Europeo que vinieron para echar un vistazo al despropósito en que se ha convertido la construcción, no tienen ni pajolera idea y sirven a intereses partidistas. Vale. Y ahí también interviene el agua por si lo olvidan o pretenden falsearlo.
Y los bancos ganan más. Y los empresarios de la energía ganan más. Y los de las comunicaciones ganan más. Y para que todo no sea más, nosotros cada día ganamos menos. O invertámoslo: Somos más pobres. ¿Y con el beneplácito de quién se reparten esos escandalosos beneficios? Con el de los mismos que les autorizan pese a todo, a subir más sus tarifas, los costos de sus servicios, etcétera. Claro que no siempre van a estar a nuestro lado ¿verdad?
Y nosotros, tontos del haba, llegará el día D hora H e iremos como gilipollas a votarles, a unos o a otros. Y ciertamente, ninguno se merece ese esfuerzo de un compatriota. Podéis estar seguros. Porque aquí siguen mandando los de siempre, los de toda la vida... Los ricos, los asquerosamente ricos.
Que quede entre nosotros