sábado, 11 de noviembre de 2006

Un día de 1999

Un día de 1999, me publicaron una carta que hoy he querido recuperar para estas páginas. Ahora, siete años más tarde, me alegro de haberla escrito entonces. Me alegro por ayer y por hoy.
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Con frecuencia tenemos ocasión de leer cartas póstumas. Aquello que quizás se quiso decir siempre, y la prisa, la condenada urgencia cotidiana dejó en un segundo plano, para mejor ocasión. Después vino La Parca, nos arrebató de golpe la oportunidad y desde lo más hondo de nuestros corazones dibujamos el amor que sentimos y quisimos comunicar, lo lanzamos al viento y deseamos que sea leído, escuchado, sentido... desde esa otra dimensión.
Yo quería hoy conjugar el verbo amar a todos mis seres queridos. A mis padres, que sin otro equipaje que el amor, llevaron a cabo ese proyecto tan difícil hoy que es la familia. Tan tiernos como los hubiera soñado y tan reacios a envejecer. A mi hermana y su férrea voluntad de lucha contra todo lo que se oponga a su deseo de vivir. A mi hermano, ese pequeño que tiene el secreto de combinar lealtad y nobleza en lo privado y en lo profesional. A mis hijos, que son mi razón de vivir, mi propia existencia, mi propia alma... También a A..., a S..., por haber compartido conmigo su vida. A E... que me devuelve la fe cada día. A mis amigos, esos escasos tesoros que tuve el privilegio de descubrir, cultivar y guardar salvos de todo (ya sabéis quienes sois). A La Mancha que me vio nacer, a Madrid que me enseñó el camino y a Valencia y sus pueblos que me dan su calor ya la mitad de mi vida.
Gracias a todos por dejarme amaros, por permitirme teneros en mi corazón, por ser tan generosos conmigo. A todos, antes de que alguno de nosotros no esté aquí, he querido deciros cómo os amo, cuánto os amo.
"
Aunque desgraciadamente, a estas alturas, ya se haya cumplido el vaticinio en algunos dolorosos casos.
Que quede entre nosotros

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Meph,
Cuántas veces nos perdemos en palabras que no quieren decir nada y nos quedamos sin decir las más valiosas, las más ciertas, las más evidentes. Tu eres de aquellos que saben de lo importante, y de aquellos que no sólo lo sienten sino lo dicen.
Gracias por compartirlo con nosotros y por estar ahí.
Un beso

José Aguilar dijo...

La valentía de decir a tiempo lo que se siente por aquellos a los que amas, debería ser lo habitual. Es el modo de hacer patente nuestro compromiso con todos ellos. Las frases grandilocuentes, las más sinceras incluso, después de la desaparición de alguien querido, no llegan a oídos del primer interesado. En efecto, hay que decirlo a tiempo. Repetirlo, aunque sea reiterativo.

Te quiero siempre.

nadie dijo...

Debido a ti hoy les he dicho a mis padres cuanto les quiero. No lo hago muy a menudo... aunque sé que debería hacerlo más. ¿Porqué será que no lo hacemos?
¿Vés? Incluso indirectamente, has hecho felices a dos personas. Gracias!

Anónimo dijo...

Me encanta esta oda al amor que sentiste y sientes hacia las personas de tu vida.
Vuelvo a estar de acuerdo con tu hermano, hay que decir las cosas a tiempo, repetirlas, el amor no se desgasta por ello, todo lo contrario.

Besos desde mi corazón.