viernes, 23 de diciembre de 2011

Adiós, mi pequeño Ruby









Hacía meses que no venía por aquí aun echándolo de menos, pero hoy, hoy viernes, no quiero dejar pasarlo; no que los vientos se lleven su recuerdo en el velamen de mi goleta.

El pronóstico de su médico se ha hecho realidad, en horas. Desde anoche hasta ahora en que sólo quedan un par de ellas para decirnos adiós, su cambio ha sido monstruoso. Ya no está alegre, sus ojos han cambiado de color y una baba espesa le cuelga de ambos lados de su boca.

Aquí nos despedimos, compañero. Aquí comienza la andadura del recuerdo, de éste que guardo y guardaré de ti hasta que realice la última travesía y me vaya a tu lado.

¡Cuánto hemos querido! Nada tiene más importancia que tú y yo, que nosotros. Estos tres años a tu lado han sido enormes, mágicos, llenos de alegría y de generosidad, complicidad y amor.

Todo queda atrás contigo. Con la espuma de popa te desvaneces físicamente y creces mucho más en mi corazón y mi memoria.

Has sido y siempre serás mi amigo, mi compañero. Leal, entregado, dispuesto siempre a recibir una caricia y una palabra amable.

No quiero pensar siquiera, para no empañar tu recuerdo, quién te trajo a esta casa.

La vida a tu lado ha sido un regalo de los hados. Sólo hay belleza y armonía en tu memoria. Y estas lágrimas son el tributo que los humanos pagamos por esa separación física que nunca entendemos, pero sabes que mi corazón, mi querido Ruby, está tan lleno de alegría por cuanto hemos vivido, que nada va a empañarla. Son debilidades de los humanos.

Navegaré mil mares más, me enfrentaré a tempestades, a días plácidos; mas siempre estarás a mi lado, junto a mí, jugueteando entre mis piernas y reclamando una caricia más. ¡Me has dado tanto!

Te quiero, te quiero. Nos queda poco, amigo. Y sin embargo, toda la eternidad.

Que quede entre nosotros

No hay comentarios: