martes, 24 de mayo de 2011

Las lágrimas

Vienen e inundan nuestros ojos, como torrentes producto de esas impredecibles lluvias; en definitiva del dolor de nuestros recuerdos.

Me estoy quedando sin cigarrillos y mi nota tendrá la brevedad que requiera la urgencia en hacerme más. Me gusta esta etapa de artesano que ya dura casi un año, como me gustan tantas y tantas cosas en mi transcurrir diario. Hoy, nuevamente me sorprendía con un gesto simpático y limpio, un nuevo guiño ante el espejo. Esa imagen que no vemos de continuo pero que llevamos como estandarte. Soy feliz y se nota. Lo siento permanentemente.

Si pudiera evitar esas lágrimas ajenas me derramaría en propias. Sé que es fácil decirlo, pero también sé de dónde emana esa voluntad. Es fruto de recuerdos hermosos y cálidos, de tiempos indelebles al paso del tiempo. Si pudiera hacerlo, lo haría.

Lo haría ¡voto a bríos!, sin dudar, con el coraje con el que domeño las tempestades que han azotado mi navegar en el último año a punto de cumplirse. Lo haría con la misma ternura, con el mismo afecto, con el mismo cuidado de siempre. Por Júpiter que lo haría.


Poco importa mi libertad y mi risa si a quienes quiero y llevo en mi corazón, lloran. Porque sus lágrimas secretas y calladas inundan mi corazón como el agua desbocada asola las cosechas.


¡Ay si pudiera!


Que quede entre nosotros

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