viernes, 21 de enero de 2011

¡¡¡Dios, cómo duele!!!

El teléfono rompe el silencio y es viernes... Ya sabéis, los mejores o peores días. Hoy le tocaba ser el peor.

Al otro lado de la línea Andrés... ¿Te has enterado de algo?... ¿De qué, qué pasa? ... Dani, nuestro Dani, ha muerto...

Desgarra, rompe, mata... No es lo que uno espera de la vida. Yo lo que ansío es que nadie me dé nunca noticias de este tipo. Ser yo el primero porque no quiero sentir este dolor. Ya no.

Nos conocíamos desde la infancia y salvando lagunas, siempre estuvimos juntos, JUNTOS. Nos queríamos como hermanos y nos bebíamos la vida a grandes tragos. Siempre riendo, siempre viviendo cada instante con la máxima intensidad.

Emigramos a la gran ciudad casi al mismo tiempo y allí compartimos momentos intensos, unas veces malos, otras peores, pero siempre juntos. Siempre queriéndonos.

Nos reencontramos hace más de diez años aquí y retomamos nuestra vida, nuestras comidas, nuestras charlas, nuestras ganas de reír.

Ha muerto solo, por accidente, en su casa. Solo. Como moriremos todos, pero deja una sensación de impotencia, de vacío, que ya no quiero volver a sentir.

No tengo palabras ahora, no sé ni cómo salen. Sólo sentía la necesidad de traerlo aquí, de sentirlo aún más próximo.

Dani, te quiero con toda mi alma. Descansa en paz AMIGO, HERMANO.


Que quede entre nosotros

No hay comentarios: