miércoles, 27 de octubre de 2010

La tregua

Este tiempo plagado de silencios, de incursiones blasfemas, de rabia y desesperación; de sosiego, de calma, de reflexión y de aceptación; este tiempo de tregua ha dado sus frutos.

Veo con orgullo que todo está como debía estar, como estaba; aunque falten esencias en mi olfato y caricias en mi alma y mi piel. Porque sé que están y seguirán siempre en mi recuerdo.

Vuelvo a navegar en mi goleta, con nueva imagen (¡al fin una de verdad!), con la firme voluntad de hacer de éste, mi rincón, mi cajón de sastre, mi callado espacio; el lugar donde cumplir mi propósito inicial, con el que nació este proyecto: Un rincón para expresar lo que siento en determinadas ocasiones...

Atrás quedan la frustración y el desamparo; delante mío, la esperanza, la ilusión, el trabajo, la sensibilidad, la ternura, el amor... Todo para dar, para repartir, para regalar. Es cuanto me hace feliz.

Tengo la alegría inconmensurable de volver a ser yo. El yo de hace meses, de hace años, de siempre... Y el placer inmenso de haber enterrado ese yo mezquino y vulgar, soez y cruel; en que me convertí por espacio de cuatro meses.


Sé que estoy intacto, completo, pleno. Sé que no guardo rencores estúpidos. Sé que no hay nada que perdonar porque cada cual se ha ganado su derecho a elegir.


Sé que retorno a un punto en que me encontraba en una amalgama asumida de resignación y conformidad. Sé que hubo un periodo en que las cosas fueron diferentes y me entregué a otra vida, y la viví, y la compartí; y fui feliz. Y de ese espacio ahora sólo guardo gratitud, por lo sentido, por lo compartido, por lo bello.


Sé que he aprendido mucho, como se aprenden todas las cosas hermosas, con un toque agridulce al final; porque toda partida entraña dolor y alegría.


Sé que soy un hombre renovado y nuevo. Yo mismo.


Y soy inmensamente feliz de publicarlo a los cuatro vientos mientras el velamen de mi goleta se hincha de viento y me invita a seguir navegando para siempre.


Que quede entre nosotros

No hay comentarios: