sábado, 31 de julio de 2010

Y LA QUIERO

Y no se me quita de las ganas...

Mi hijo está conmigo. Después de un año, ha venido a pasar unos días (Dios, hasta el día 10). Nos rodea el silencio y la incomunicación. Hemos perdido, hemos abandonado toda sintonía.

Me quedo mirándolo y veo en él a un extraño. Un extraño que me cuenta que anda por aquí y por allá pero nada productivo, nada que estimule mi curiosidad. Leer un libro, estudiar...

Si ella estuviera a mi lado sería más llevadero. Hablaría con ella, sentiría con ella, me abrazaría a ella. La humedad de sus besos paliaría esta oscuridad en que me hallo.

La quiero, la quiero, la quiero... La necesito a mi lado cada segundo de cada jodido día.

Mis intentos por salir, por conocer gente no han hecho más que consolidar este estado en que estoy sumido sin ella. Todo me parecía vulgar, vacío, carente de sentido. Sólo la añoro a ella, su risa, su desparpajo, su calidez... No me gusta la gente que veo. Sí, gente atractiva, gente guapa, pero no son ella. Y cinco minutos después de conocerlas, ya estoy aburrido, deseando escapar. Por eso sé que la quiero, que la necesito como el aire que respiro...

He llegado a la conclusión de que este cuaderno de bitácora al menos me servirá para expresar todo lo que llevo dentro y no puedo comunicar con nadie, sólo en la inmensidad de mi silencio, conmigo mismo.

¡Dios cómo te quiero, donde quiera que estés!

Que quede entre nosotros

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