martes, 14 de octubre de 2008

Hasta los huesos

¿Para qué voy a negarlo? Enamorado hasta los huesos. Sin resistencia, rendida cualquier arma, cualquier defensa.

Cada instante a su lado es un milagro y la vida está llena de instantes. Y aunque no tengo tiempo, porque el que dispongo lo dispongo para ella, con ella sé que los instantes están hechos de tiempo.

Es su risa la que distrae miles de sueños, la que tiñe de color el cansancio acumulado.

Es su voz, sus gestos, su ternura y su alegría, las que decoran cualquier rincón olvidado de mi alma. Como si una vida ajada y tenue se vistiera de repente con las mejores galas, para una fiesta, para la increíble fiesta de vivir.

Mi goleta navega y apenas se detiene en puertos que aguardan con calmadas aguas. Ya quiere la tempestad, ya la lucha. Y yo, torpe entre estas líneas, me apresto al timón y olvido con frecuencia que he de describir mi aventura, ese sol que rompe en mis pupilas, ese horizonte inmenso que me incita a seguir, a navegar sin tregua sus embravecidas aguas. Ella.

Mi cuaderno de bitácora es un refugio, éste donde a veces, vengo a contar cómo siento su aliento, cómo siento su vida galopando por mis venas, esas velas desplegadas a todos los vientos. Porque cuando sucede, confundo los olores de la brea y el salitre, el poso amargo de la soledad del navegante, en el perfume de su cuerpo fundiéndose en el mío y viceversa.

Y como ese viento helado, esa humedad que cala hasta los confines del cuerpo, ella anida en mí creciendo como la hiedra, como una enredadera. Y me confieso enamorado hasta los huesos.

Que quede entre nosotros

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué alegría reencontrarte y además reencontrarte enamorado :)

Te mandé un correíto.
Muchos besos

Anónimo dijo...

precioso... :) se echa de menos esa calidez por estos lares... cuídate...