viernes, 16 de febrero de 2007

Caminos... Caminantes

Un pie tras otro, como una idea tras otra, como un sentimiento tras otro... Para construir caminos.

Caminos que el tiempo emborrona, disuelve... Como las ideas, como los pensamientos, como el recuerdo.

Caminos que se andaron juntos, o en solitario... Caminos al cabo.


Y nosotros, los andantes, los caminantes, los que hemos sentido el aroma de la persona que venía a nuestro lado, los que hemos escuchado su voz, los que hemos vibrado con sus lágrimas y reído con sus risas.


Y quedaron atrás, rodeados de olvido o de recuerdo, pero atrás. Emborronándose, disolviéndose o perpetuándose.


Aunque quedaron atrás con amor, con nostalgia, con apasionamiento... Esa forma de quedar atrás que siempre los mantiene a nuestro lado. A los caminantes, a los andantes.


Hoy, mirando al cielo y viendo esos fugaces caminos, os recordaba a todos, a todos a quienes he amado, a todos los que habéis dejado esa huella imborrable, indisoluble, en mi corazón.


Para todos vosotros, esta imagen que habla de nosotros.


Que quede entre nosotros

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y los caminos, como esos del cielo, siempre se deshacen?
besos

Mephistófeles dijo...

Se disuelven o se perpetúan en nuestro recuerdo los andantes, mi querida Marguerite. Los caminos sí, se deshacen, apenas queda este espacio donde nos ubicamos en el ya, en el ahora, en cada momento presente.
Así lo pienso.
Que quede entre nosotros

Abir dijo...

¿Para qué mirar los que quedan atrás si podemos mirar los que se nos presentan por delante?

. dijo...

O los que van, o aún van, a nuestra vera, Abir, Mephistofeles...

Yo prefiero a mis niños perfumados presentes, aunque quedaran igualmente fijadas en mí pituitaria, agradables, inolvidables fragancias pasadas, por siempre queridas estelas...

Mephistófeles dijo...

Abir: Ya te darás cuenta de que delante no hay nada, no se presenta nada más que este instante. A él sí hay que mirarlo, vivirlo, sentirlo.
A veces creo que mi dispersión es tan mía que no puede traspasar la epidermis de quienes vienen a visitar mis páginas.
Son riesgos, los riesgos.

Nekane: ¡Cómo has crecido desde que nos conocemos! A veces, cuando visito tu cuaderno, tengo esa percepción, esa claridad: ¡Cómo creces! y ¡cómo me gusta que así sea! No porque me entiendas más allá de lo que deseo decir, de lo que sale de mi interior.

A veces, cuando visito tus páginas, me digo: Tengo que venir un día a decirle cómo me gusta su evolución. Y sé que lo haré porque es mi voluntad. Esto es un pequeño anticipo.

Gracias a ambas, por estar siempre.

Que quede entre nosotros

. dijo...

Yo no podré dejar de estar a tu lado.

Para mí eres esos hombros cómodos y fuertes en los que apoyo mis brazos, mi cuerpo; Segura y confiada, casi con una familiaridad que ha ido crecido con el paso del tiempo, del roce, del cariño, de la sinceridad, de la reciprocidad y la empatía.

Para mí siempre estas.
En una canción (porque hay canciones que ya son tuyas) en un recuerdo, en unas palabras que salen del olvido para volverse a hacer aún si caben más presentes.

Si de algo puedo vanagloriarme es de ser agradecida y yo te agradezco, más allá de lo que podría expresarte con palabras, más allá de lo que quizá seas capaz de intuir, o no, porque anda que tú no sabes…

Gracias, mi siempre buen amigo.

Y si solo queda entre nosotros...pues mejor.

Un beso que te sonrie

Abir dijo...

Tal vez no lo haya entendido, me queda todavía mucho por crecer.
No perdáis la fe ninguno de los dos. Aprenderé. No me soltéis la mano.