viernes, 8 de diciembre de 2006

¡Qué fea es la vida!

Cuando tenía algo que ocultar, algo que no quería que supiera que me estaba haciendo daño, antes de subir a verla me concienciaba de su capacidad para detectar esas situaciones, daba varias vueltas a la manzana tratando de ahuyentar los sentimientos negativos y, finalmente, me servía de bastante poco porque me descubría. Así era mi amada madre.
Pero tambien había veces en que era yo quien tenía que rescatarla de situaciones que hoy, ya desaparecida, he hecho mías.
Era cuando nada más sentarme a la mesa, me soltaba aquello de "Hijo, ¡qué fea es la vida!" Y yo trataba de disuadirla, de enumerarle los muchos logros que habíamos tenido en nuestro transcurrir, nuestra evolución positiva... Y al final, creo que más para no disgustarme, que por convencimiento, parecía persuadirse de lo contrario.
Pero hoy pienso -¡cuánta razón llevaba, qué fea es la vida! Una vida que transcurre en una sociedad egoísta e insolidaria, traidora e hipócrita, déspota y cruel.
Sí, claro, uno tiene amigos, buen rollito con algunas personas, etc. etc. Pero ¿qué pasa con el resto del mundo?
¿Por qué hay gentuza que va arrojando cajetillas de tabaco, botellas y botes vacíos desde sus coches? ¿Por qué hay gentuza que independientemente de que leyes y códigos lo regulen, corren como posesos en vías en que la circulación está limitada a 40 Km/hora, poniendo en peligro la vida de animales y personas? ¿Por qué hay gentuza que, en los bares, lo arroja todo al suelo transformando lugares comunes en auténticos estercoleros? ¿Por qué hay gentuza que, sin importarle si causa molestias, grita en lugar de hablar? ¿Por qué los gobernantes mienten con descaro haciendo caso omiso a lo que prometieron? ¿Por qué los políticos dan tan deplorables ejemplos de comportamiento? ¿Por qué se asesina? ¿Por qué se maltrata? ¿Por qué se roba?
Y cuando todos esos por qués son rutinarios, son el pan nuestro de cada día, uno se da cuenta de lo fea que es la puñetera vida.
Al final, la pobre, cambió vida por vejez, para seguir diciendo lo mismo... ¡Qué fea es la vejez! También me solidarizo con su expresión. No soy viejo, sí he alcanzado cierta madurez. Pero joder, después de haberme dejado la puta piel trabajando desde los trece años, tratando siempre de crecer, de enriquecerme espiritualmente (nunca del otro modo aunque suene a gilipollez hoy en día). Echar la vista alrededor y observar el panorama antes descrito, da para echarse a llorar y cómo no, decir ¡qué fea es la vejez!
Pero es que claro, con esa madurez y buen palmito, cual cartujo, haber renunciado a las caricias y los besos por no sé exactamente qué, estimula la expresión.
O sea, que mi adorada y siempre recordada madre, seguro que se reiría a gusto si me viera hacer mía su frase.
Y sin embargo le echo un par de dos... y sigo hacia adelante. ¡Menos mal que existen los miércoles!
Que quede entre nosotros

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A morderme juego, a devorarme,
al día, al minuto,
mis dientes prestos, mi alma recta
camino al camino, sin más, sin menos,
a las huellas.
Reniego de mí mismo y me maldigo
y me desdigo una y otra vez en recurrencia.
Y olvido el olvido y no soy testigo
más que de mi indiferencia,
más que de mi diferencia.
Pero hay veredas, hay lugares
donde habitar y guarecerse,
hay estrellas que alcanzar
y adormecerse en los reductos
donde todo calla ,
donde todo es todo,
donde suspirar nuevamente,
donde ser yo nuevamente, más yo.
Pero hay caricias en espera,
hay momentos en estela,
hay rincones no vividos
que nos permiten
no darlo todo por perdido.
Abundar en confianza
y renacer en la esperanza
de que todo puede ser
si me permito simplemente
soñar.
-------------

Un beso Meph.

Abir dijo...

Ayyy... pues sí. La verdad que a veces estamos ciegos ante tanta mierda. Intentamos no pensar en ello y vivir de la felicidad que nos dan las cosas pequeñas, de lo cotidiano...
Pero todos, más tarde o más temprano, nos paramos a pensar en este asqueroso mundo. Y nos hacemos las mismas preguntas que tu.
Supongo que por eso dejé de creer en lo que me enseñaron las monjas de pequeña. A día de hoy pienso que si existiese el dios del que hablan los cristianos, no permitiría que este mundo fuera así. Grotesco. Cruel.

. dijo...

¡Cuántas veces igualmente las habré oído!

Similares tácticas también yo practique para persuadir, ahora para también para persuadirme.

Cierto es que continúo oyéndolas, aún viven para recordármelas, pero para ellos la vida ya no es fea, ya no la ofenden, por si acaso; Tan sólo sienten que la vida los afea…a unos por dentro a otros por fuera.

Continuas comparaciones de lo que fueron con lo que son, de lo tuvieron con lo que tienen, tersuras que se destersan, flacideces y artrosis, “pericos” bajo la cama, tomas de tensión, enfermedades nuevas, disgustos por la falta de gusto… y es que “ya nada sabe a nada…”

Y el resto… estamos gobernados por la injusticia y el desequilibrio aquí, allá, donde quiera que se mire… ¿será que somos muchos? ¿será que cada uno es de su padre y es de su madre?

El enemigo es muy grande y no atiende a razones.

Siento que la batalla esta perdida, pocos, muy pocos, desconocen el significado de reparto, de educación, civismo, pensar en el prójimo, respetar…

Recostada aguardo en la trinchera, asomo la cabeza cuando no oigo ruido y disparo si puedo, pero tantas veces me siento sola, aterida, asustada… tantas veces sé que ellos son tantos…

No voy a enseñar nunca la bandera blanca
Nos han vencido Mephistófeles, pero no nos sentimos vencidos.
¡La lucha continua!
Un beso.

José Aguilar dijo...

Menos mal que en la medida de lo posible, por encima de lo que nos dejan incluso, existen los miércoles, las lunas los soles y los infinitos paisajes que pintamos con la palabra, con el gesto con la presencia y la querencia de aquellos a quienes amamos.

Menos mal que sabemos y eso es un privilegio escasamente difundido, donde está lo importante y quienes son los que importan.

Siempre será una bendición poder maldecir a los malditos, sentado a tu lado y recorrer el camino con tu compañía irremplazable.

. dijo...

Lo encontré...
Fijaté querido Mephistófeles que ya al Andrés Hurtado de "El árbol de la ciencia" la vida también le parece al igual que a Baroja "una cosa fea, turbia, dolorosa e indomable" así pues...