martes, 31 de octubre de 2006

Esta noche quisiera...

Tengo cincuenta y siete años, empleados en vivir. Mi piel y mi aspecto no lo denotan, pero yo sé que están, que pesan... A veces, al final de la jornada, estoy exhausto, como ahora.
A veces, como hoy, me da por pensar que estoy en la recta final, aunque ignore el tamaño de esa recta. Lo aprecio en las cicatrices. Las siento. Este tránsito ha sido mágico a veces y amargo muchas otras.
Me he enamorado y desenamorado cientos de veces, y siempre ha quedado en mí el poso del amor, una mirada tierna y nostálgica. Y una gratitud sin límites hacia quienes compartieron conmigo lo mejor que tenían.
De la nada me proyecté hacia una nada más grande. Y hubo veces en que me sentí terriblemente solo.
De poco sirven los recuerdos si no es para languidecer en ellos con preguntas carentes de respuesta. Alboradas y ocasos, entre risas y lágrimas. Y nada cierto, o del todo cierto.
Cada vez el amor trataba de ser el único, el mejor, el más grande. Y cada vez, languidecía hasta morir en mis noches y mis días. Un amor, y otro, y otro más... Y al final sólo miedo. De haber sido el último, de no haber más.
En ocasiones lloro las ausencias. Un llanto que viene de lo hondo, del silencio del hombre que soy, que fui o que creí haber sido.
En otras trato de imaginar cómo habría sido mi vida si no hubiera sido tan ambicioso, tan prepotente, tan arrogante, tan loco... Y nada puede llenar esa cavidad que fue llenándose de otros ojos, de otras manos, de otros jugos... Porque uno no puede imaginar lo que no fue, asesinando la verdad, la realidad de lo que sí se ha sido. Aunque se empeñe en ello.
Hay noches, como ésta, en que la vida pesa hasta tal punto que uno quisiera no despertar al día siguiente. Que todo se quedara así, como está, sin más.
Cuando se ha llegado a olvidar el color y el olor de la pasión (y sé de esos sentidos porque aún quedan recuerdos en mi interior), antes que perder la noción de que existieron, de que esa tristeza me embargue totalmente, desearía morir. Porque no se puede vivir de recuerdos pero debe ser horrible vivir sin ellos.
Esta noche quisiera cerrar mis ojos y embriagarme de recuerdos. Y ya no abrirlos más.
Que quede entre nosotros.

3 comentarios:

. dijo...

¡Ya es un buen día, Mephistófeles!¡Ábrame esos ojos!
¡Qué injusticias, desequilibrios, desproporciones, sufrimos al vivir…!
No puedes arrepentirte de la inmensa fortuna que tienes. ¡¡¡Tú fortuna eres tú!!!
A veces, desearías compartirte, no a cualquier precio, sabedor de tú valor. El paso de los años… hizo que tus valores se cotizaran poco y solo expertas en curiosidades extrañas, pondrían sus ojos en tal obra. Obra inacabada, porque su artífice es igual de exigente, que de pasional, igual de dulce, que de amargo, igual de caprichoso para la elección de un perfume, que paciente para la preparación de un buen arroz “Mephisto”…
Estas viviendo una época histórica que no te favorece, no te corresponde, quizá. Pero no te queda más que bregar con lo que hay, si te cansas, descansas, si te aburres de la energía que se acumula dentro de ti, te desfogas.
Si quieres saberte acompañado, me llamas y me tienes…
Ya sé, ya sé que no es suficiente…

Voy a recoger firmas y primero al defensor del pueblo, luego al senado, congreso, sus majestades (¿nos harán algún caso no siendo monárquicos?… ¿qué para que?
“Quiero que se reconozcan los derechos de todos aquellos seres humanos (porque lo somos) que no llenos de vicio, sino de amor en vena, no pueden aunque quieran, querer a una sola persona, quieren y quieren a muchas. Con pasión, sin ella, a hombres y a mujeres y debe atenderse nuestra suplica… ¿me firmas?”

Hay quien nacimos casi para amar. Aquello que nos rodea, que conocemos o no, que nos acaricia sin que nadie se percate, que nos embriaga y si no fuese por un brillo especial en nuestros ojos, por una piel de gallina, sería un sentimiento anónimo, invisible incluso en compañía.
Nacimos para amar, quizá más que para ser amados. Necesitamos entregar, porque así nos entregamos, descargamos, aliviándonos a la vez. Porque sabemos que el amor se busca, lo necesitan, lo necesitamos, más que nada en la vida, pero cuando forma parte de nosotros, a veces… por ello queremos darlo una vez y otra vez más y otra y otra vez... Son incansables, inagotables, nuestros deseos, ansiedades casi incontrolables...

Y sufrimos cuando no tenemos a quien y cuando tenemos a quién amar, porque somos conscientes de que amamos más… Mas siendo así, continuamos amando, hasta que quizá de amor excesivo les acabemos por ahogar y necesiten de otros espacios, otros lugares, otros brazos que abracen menos, otros labios que besen menos, otro amor que sea menos amor…

Exijamos compensaciones a los que nacimos con tales “particularidades”, no sé si somos muchos, alguno que otro habrá, si conoces a alguno ¡que nos firme! ¡cuantos más seamos más conseguiremos!, si conseguimos algo…
“¿Qué te digo?… ¿Que quede o que no quede entre nosotros?”
Nosotros seguimos quedando, ¿hace?
Un beso.

. dijo...

¡Señor, Señor!
En cualquiera de mis casas, que sabe son las suyas, tiene un regalito...

¿A qué espera, no le pica la curiosidad?

Ay madre, que sangre...

¿De Valencia?
¡Pues eso, de horchata!

Un beso enorme.

Anónimo dijo...

No disminuyas tu valor actual comparándote con el que fuiste, porque el que fuiste todavía eres.
Eres especial, y sé que lo sabes. Y si se te olvida, a veces, aquí estamos para recordártelo.
No dejes que la vida se te escurra para vivir en el pasado y nunca exluyas de tu vida al amor.
La vida no es una carrera, sino un viaje para disfutarlo, paso a paso.

Yo también he pasado momentos difíciles, y los paso, y los pasaré, por eso entiendo perfectamente los sentimientos que tienes al escribir esto. En más de una ocasión he escrito que me echo de menos, y es cuando me recuerdo en el pasado. No echo de menos amores o amigos concretos, simplemente me echo de menos a mí misma, porque el paso de los años ha hecho que pierda tantas compañías que me hacían feliz...

Ahora no tengo miedo al amor porque sé que todo tiene un principio y un final. No me importa y voy a disfrutar del presente en el que tengo diferentes edades, igual que tú.

Un beso con amor