domingo, 25 de junio de 2006

Gracias

Dar las gracias es una necesidad tan indispensable como la propia existencia.
De repente inicié mi viaje en estas páginas y lo hice sin rumbo fijo. Ése y no otro ha de ser el espíritu del navegante. No hay nada preconcebido. El mar puede ser calmado o proceloso, aunque la voluntad ha de ser navegar, descubrir...
El objetivo único era que tras la estela de espuma que deja la popa de mi goleta al avanzar, fueran quedando aquellas páginas de mi historia que nunca escribí, que permanecen aún vagando en mi interior prestas a asaltarme en cualquier instante.
En estas primeras jornadas de travesía, como si los hados pretendieran rodear mi barco de un aura que no ha merecido poseer, los navegantes más expertos, con muchas más jornadas de navegación, con extensos y rigurosos cuadernos de bitácora; me saludan al pasar. Se acostan a mi nave y, con esa generosidad que les brinda precisamente su amplio bagaje, se avienen a elogiar mis simples y noveles páginas.
Esos gestos no caen al vacío. Aprendo de sus lecciones magistrales. Sé que ése ha de ser mi nuevo rumbo.
Por ello, vengo a dar las gracias a esos Aires de Libertad que hinchan mis velas revelándome con valentía el horizonte que debo perseguir. Y también a ese Plateado que cual El Dorado, obnubila mis sentidos y los regala de elogios y de cariño inmerecidos.
Gracias, gracias, gracias.
Que quede entre nosotros

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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