viernes, 27 de enero de 2006

A mi hermana

La he visto llevársela
agotando su energía,
bebiéndose su vida.
Oyes su voz, ves su mirada,
notas sus manos apretándote
y de repente... nada.
Aprecias que su voz
su torna en balbuceos,
ves como se abandona
porque sus fuerzas, a su pesar,

han llegado a agotarla.
Y la muerte, disfrazada
de cáncer implacable,
absorbe toda su energía.
Sientes ese dolor previo al dolor
cuando ves que se pierde su mirada,
que su voz es sólo esfuerzo
por ser palabra inteligible.
Ya no recuerdas su risa,
ni su fuerza, ni su voluntad;
todo lo llena ese dolor
que invade hasta el último rincón.
Porque la muerte, antes de llevarnos,
en su crueldad sin fin, nos humilla,
reduciéndonos a una caricatura
de lo que nunca fuimos...

6-julio-2005. A mi hermana
Que quede entre nosotros

1 comentario:

Anónimo dijo...

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