Me importa tres cojones, que el Rey, que nos fue impuesto por nuestro último dictador, se vaya a cazar elefantes -cosa que hacen montones de empresarios de éste y otros países, cada día-, o a cazar gamusinos donde quiera que sea; tres cojones. Mientras la gente de este país lo enfatiza en las redes sociales, en correos electrónicos, en todo lo que ellos y sólo ellos ponen a nuestro alcance.
Hay que ver la mierda de país que tenemos. Los medios, los jodidos y asquerosos medios. Dando la puta vara con el asunto y dejando otros de mayor calado, en un limbo que no sólo asusta, sino que espanta.
Hoy los mercados -otros hijos de la gran puta-, sitúan nuestra prima de riesgo al borde de una intervención que el soplagaitas de turno, que nos iba a salvar de la tragedia a la que nos conducía el soplagaitas anterior, no sabe cómo enfrentar. Ni él ni sus ministros.
Aparte de los “ajustes”, “recortes”, o como quieran llamarlo, siempre en la dirección de los débiles, de los controlados; no hacen nada, absolutamente nada. Siguen despilfarrando los caudales, siguen sin aplicarse ellos la misma vara de medir que emplean con nosotros.
Para protegerse de nuestras supuestas iras, van a introducir nuevas leyes, ésas que cualquier iniciativa de llamada a convocatorias o concentraciones, serán consideradas como actos terroristas. Y sin darnos cuenta apenas, nos van a introducir en un sistema de control policial.
Y mientras, nosotros hablando de la cacería del Rey.
Tenía que decirlo, porque somos víctimas consentidas, porque somos hipócritas con nosotros mismos, porque según lo veo, cada día, no tenemos remedio.
Que quede entre nosotros
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