Que estaba enamorado, pero erré, o al menos eso creo. Aunque nunca pensé que al decirlo, la reacción fuera a ser de esa magnitud. Es claro que todos somos diferentes los unos de los otros, como también lo es que nunca llegaremos a un punto de encuentro. Quizás debí poner freno a lo que sentía en esos momentos ¿habría sido lo justo?
Quizás debí apaciguar los latidos de mi corazón ¿habría sido ético? Quizás debí...
En fin, que uno no sabe cómo ha de comportarse, si ha de vivir para que los demás se encuentren cómodos con lo que uno hace y expresa. La libertad es un logro, algo que se consigue luchando día a día. Y si uno siente que la pierde, si uno se siente ocupado en su espacio, abstraído de todo, ajeno a todo lo que hasta ayer le era común, y lo dice, es un canalla. Imagino. Yo no quise romper, luché por mi espacio. Nunca viviré conscientemente, de cara a la galería.
No me pesa. Habría sido diferente, pero no me pesa el silencio, en contra de lo que podría haber imaginado.
Decía hace algún tiempo, y no tengo ganas de repasar en este momento cuándo, que había encontrado por la calle a esa mujer que conocí sirviendo en un restaurante cuando eran otros tiempos. Decía que me dijo estar atravesando un mal momento, que la arrojaban a la calle por impago, que no sabía que hacer, que su pareja en aquel momento, le había dicho que se fuera a vivir con él, pero que ella dudaba de si ir con él o alojarse en casa de su madre. Recuerdo que le dije: Ve con él, la casa de tu madre siempre la tendrás abierta. Hoy la encontré en el supermercado, y ha regresado. Todo es efímero. Una nueva historia que se hizo vieja. Hay que seguir hacia adelante.
Historias de vidas. Que se construyen a golpes duros y secos, pero que es mejor que dejarlas dormir sin ocuparnos de ellas.
Vuelvo a gobernar mi goleta, y no hay otras manos que las mías sobre el timón. Nadie baldeará su cubierta, sino yo. Me gusta sentir el viento golpeando en mi cara. Quizás algún día, en algún puerto, encuentre a alguien que sepa que puede navegar a mi lado, con su rumbo, hallándonos en cualquier coordenada y desapareciendo hasta el siguiente encuentro. Quizás...
Mientras...
Que quede entre nosotros
En fin, que uno no sabe cómo ha de comportarse, si ha de vivir para que los demás se encuentren cómodos con lo que uno hace y expresa. La libertad es un logro, algo que se consigue luchando día a día. Y si uno siente que la pierde, si uno se siente ocupado en su espacio, abstraído de todo, ajeno a todo lo que hasta ayer le era común, y lo dice, es un canalla. Imagino. Yo no quise romper, luché por mi espacio. Nunca viviré conscientemente, de cara a la galería.
No me pesa. Habría sido diferente, pero no me pesa el silencio, en contra de lo que podría haber imaginado.
Decía hace algún tiempo, y no tengo ganas de repasar en este momento cuándo, que había encontrado por la calle a esa mujer que conocí sirviendo en un restaurante cuando eran otros tiempos. Decía que me dijo estar atravesando un mal momento, que la arrojaban a la calle por impago, que no sabía que hacer, que su pareja en aquel momento, le había dicho que se fuera a vivir con él, pero que ella dudaba de si ir con él o alojarse en casa de su madre. Recuerdo que le dije: Ve con él, la casa de tu madre siempre la tendrás abierta. Hoy la encontré en el supermercado, y ha regresado. Todo es efímero. Una nueva historia que se hizo vieja. Hay que seguir hacia adelante.
Historias de vidas. Que se construyen a golpes duros y secos, pero que es mejor que dejarlas dormir sin ocuparnos de ellas.
Vuelvo a gobernar mi goleta, y no hay otras manos que las mías sobre el timón. Nadie baldeará su cubierta, sino yo. Me gusta sentir el viento golpeando en mi cara. Quizás algún día, en algún puerto, encuentre a alguien que sepa que puede navegar a mi lado, con su rumbo, hallándonos en cualquier coordenada y desapareciendo hasta el siguiente encuentro. Quizás...
Mientras...
Que quede entre nosotros