lunes, 2 de enero de 2006

Los palurdos del dedo

Sucede en los centros públicos, oficiales y privados (hospitales, administración, centros comerciales). Uno ha decidido tomar el ascensor porque le jode que los palurdos se extiendan literalmente por las escaleras mecánicas sin dejar pasar a nadie. Por evitar el "por favor", "¿me deja?", "¿permite?" y soportar encima las malas caras... ¡Qué lejos de los europeos en cosas tan importantes como la educación!
Bueno, decía, que uno decide tomar el ascensor y cuando se halla esperándolo con el botón pulsado en la dirección en que uno va, llegan en tropel los palurdos y las palurdas. Como la educación es algo que no reconocen ni de nombre, sin encomendarse a nada, comienzan, dedo en ristre, a pulsar todos los botones en ambas direcciones. Y yo me pregunto ¿irán a bajar y subir a la vez? ¿tendrán la facultad de dividir su organismo y mandar una parte en una dirección y la otra en la contraria? Y no, luego van en la misma que yo, porque cuando suben en el primero que llega aunque tengan que presionar para entrar, los veo regresar mientras espero.
¿Qué puede hacerse con gente así? ¿Dónde están sus modales? ¿Saben qué son los modales?
Y si coincide que, pese a pulsar ambos sentidos, llega primero el que coincide con mi dirección, ellos suben y haciendo nuevamente alarde de su educación, pulsan el 3, el 4, el 5... Claro que igual van a todos... Y los ascensores, en general, se eternizan, precisan de mayor mantenimiento y cabrean, por culpa de los palurdos del dedo.
Que quede entre nosotros

1 comentario:

Anónimo dijo...

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